Bayezid Hossain es un
niño de cuatro años que vive a las afueras de Magura, en el sud de
Bangladesh, aunque parezca que tiene muchos más debido a una extraña
enfermedad. Lo que le provoca esta enfermedad es una inflamación de la
cara, los ojos hundidos, la piel flácida, dolor en las articulaciones,
dificultad para orinar y además tiene los dientes débiles y rotos.
Un doctor
explicó hace un mes que cree que el niño sufre progeria, lo que provoca
que el cuerpo envejezca ocho veces más que lo normal. Quienes la sufren
normalmente mueren de ataques al corazón o de derrame cerebral a los 13
años aproximadamente. También aparenta que sufre cutis laxa, una
afectación hereditaria o adquirida del tejido conectivo que se
caracteriza por una piel arrugada, abundante y flácida.
Su madre de 18 años ha explicado lo siguiente: “Bayezid aprendió a
caminar a los tres años, pero tenía todos los dientes a los tres meses.
Su desarrollo físico es completamente anormal, pero mentalmente tiene
una conversación maravillosa, consciente y es muy intuitivo a su edad”.
Cuando Bayezid nació en 2012, sus padres estaban destrozados ya que los
doctores no sabían cómo tratarlo. “Estaba aterrada al verlo cuando
nació. Solo era carne y huesos. Parecía un alien y fue desgarrador para
mí. Los doctores no sabían qué hacer, dijeron que nunca habían visto a
un bebé así. Nos avisaron de que no había nada que pudieran hacer”.
La gente de pueblo temía estar cerca del niño y ponían en duda la
capacidad de la pareja como padres, ya que ambos son primos. Ahora viven
en casa de los abuelos paternos del niño.
“Es muy terco y sabe lo que quiere, y es muy impaciente. Pero también es
juguetón, avispado y hablador”. Con el paso del tiempo, los vecinos lo
han apodado cariñosamente como “old man”. Bayezid no va a la escuela
pero le encanta jugar con su pelota, dibujar e incluso romper sus
juguetes para arreglarlos de nuevo.
La pareja ya ha gastado 4.000 libras desde que nació para ver diferentes
doctores, pero ninguno ha sido capaz de encontrar un tratamiento.
“Hemos estado en hospitales y santuarios y con faquires, chamanes…”
explica el padre.
La pareja ya ha gastado 4.000 libras desde que nació para ver diferentes
doctores, pero ninguno ha sido capaz de encontrar un tratamiento.
“Hemos estado en hospitales y santuarios y con faquires, chamanes…”
explica el padre.
“Su madre
llora incontrolablemente todo el tiempo. Han pasado cuatro años y nada
ha cambiado. Es muy doloroso ver que nuestro primer hijo sufre una
enfermedad que no podemos tratar. Nos gustaría tener más hijos pero
tenemos demasiado miedo. Nos sentimos muy indefensos. Como cualquier
padre, queremos que nuestro bebé viva una larga y saludable vida, pero
sentimos que solo nos puede salvar un milagro”.
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