A todos y todas los y las que lograsteis denunciarlo públicamente en el
programa del canal 4, con la colaboración de Mercedes Milá. También a
todo el resto de personas que no están conformes con el modo de vida que
se les ha impuesto. Desde luego, ni caso me hagáis quienes estáis a
favor de la manipulación absoluta de vuestros cuerpos y la vejación de
nuestros derechos, ni me leáis porque para vosotros ni vosotras va esta
carta.
Valientes residentes en residencias de grandes minusválidos desde la propia experiencia y desde el conocimiento compartido sé que no os internasteis voluntariamente, que lo hicisteis bajo la presión social y política, entiendo que horroroso es verse confinados y confinadas a unos cuidados insuficientes y agradezco un montón vuestras denuncias.
Lo visto en el reportaje del canal 4 es espeluznante. No poder levantarte, acostarte, ducharte, etc., cuando te da la gana es incívico. Tener que llevar pañal cuando menstrúas es denigrante, a mí me enseñaron a usar compresas con todas las consecuencias, si manchas la ropa la lavas en seguida, y si los dos primeros días son peor que una matanza de Texas, te cambias más frecuentemente. En cuanto a las comidas, sólo una vez presencié y tuve la oportunidad de hablar con esa trabajadora: en una residencia de mayores, la trabajadora de pie daba de comer a un hombre mayor y cabizbajo, a la trabajadora le pregunté que por qué no se sentaba y esta me contestó que porque no tenía tiempo. Luego os cuento que a mí me dan de comer. El conjunto es un trato, el que reciben las personas consideradas minusválidas, humillante y machacante hasta el último aliento, injusto y denunciable.
Estas vejaciones tienen solución y la solución es puramente administrativa, y tan fácil, que hasta un niño de 8 años lo resolvería. Atención a la pregunta: Tenemos 1 millón de euros, con estos podemos invertir en viviendas accesibles y asistencia personal, o en residencias para grandes minusválidos, ¿qué escogeríamos? Claro, hay quien pueda rebatir que no todo el mundo puede querer o poder vivir independientemente, y a esto a mí sólo se me ocurre que nadie quiere vivir en constante violación de sus derechos, nadie, ni cuidados/as, ni cuidadores/as. Y por supuesto, como todas las personas, todas, todas, antes de emanciparnos necesitamos sentirnos parte del mundo, y para formar parte nada mejor que comenzar a vivir en un entorno inclusivo y accesible.
Mi movilidad es escasísima, necesito asistencia para todas mis actividades. Antes de comenzar a escribiros, me he levantado, me he duchado y arreglado, he recogido mi casa, he atendido a mis gatos, he desayunado y he reorganizado mi espacio de trabajo para quedarme cómoda y poderos escribir esta carta. Tengo la suerte de tener Asistencia Personal y con esta mis trabajadoras hacen sólo lo que yo les pido y cuando yo lo pido. Me dan de comer sentadas y me llenan la boca cuando y como yo lo pido, no cuando a ellas les parece. A mí me cuidan mis amistades, mi familia, mi entorno más próximo. Las trabajadoras me asisten a cambio de un sueldo, con respeto, con todo el buen rollo posible, y siempre a cambio de unas condiciones laborables y un sueldo, no a cambio de sus directrices o criterios. Lo suelo puntualizar de tanto en cuando, -Tú entras en mi vida cada día, yo a tu casa no voy y lo que sé de ti lo sé porque tú me lo cuentas, date cuenta de la diferencia entre una relación laboral: tu presencia-asistencia a cambio de unas condiciones laborales, y una relación de amistad, familiar: ambas compartiríamos a partes iguales espacios y experiencias. No tengo Asistencia Personal las 24 horas del día, pero la tengo cuando yo la necesito. Conjugo todo lo bien que puedo disponibilidad y flexibilidad. Cuando siento que mi vida no va como yo quiero, en relación a la asistencia personal, hablo con la trabajadora y si habiendo hablado siento que mi vida se somete más y más a su voluntad, entonces solicito el fin de contrato por el bien común.
El término minusválido, el titulo Residencias para Grandes Minusválidos, o para Grandes Dependientes, dice mucho de nuestra política española. Actualmente, y desde hace una eternidad, por no reconocer, ni hacer valer los derechos humanos, se nos ha sometido culturalmente negándonos los recursos necesarios para vivir en igualdad. A cualquier persona certificada de gilipollas, cabrón o imbécil, que crezca o que en un momento dado se vea relegada a la “cueva de los gilipollas, cabrones y/o imbéciles”, será fácil humillarla y someterla hasta agotar su último aliento de libertad y dignidad. Quizás esta carta deba enviarla también a todos los partidos políticos, y añadir algo así como: Hagan el favor ya de excarcelar a todas las personas encerradas en sus residencias, rechazadas de sus deberes políticos. Inviertan en educación, en renta básica, en accesibilidad, en vida independiente, inviertan porque funciona, porque es la vida de todas las personas las que están en juego, su dignidad y la nuestra, la dignidad humana.
Sea quien sea quien lea esta carta, esté seguro y segura que los testimonios ofrecidos en el programa del canal 4 no han caído ni caerán en saco roto. Tardaremos más o menos, pero el negocio de las residencias a costa de la dignidad humana, caerá.
Marga Alonso Guevara.
http://www.cuatro.com/diario-de/maltrato/Diario-denuncia-graves-negligencias-discapacitados_0_1741425636.html
Valientes residentes en residencias de grandes minusválidos desde la propia experiencia y desde el conocimiento compartido sé que no os internasteis voluntariamente, que lo hicisteis bajo la presión social y política, entiendo que horroroso es verse confinados y confinadas a unos cuidados insuficientes y agradezco un montón vuestras denuncias.
Lo visto en el reportaje del canal 4 es espeluznante. No poder levantarte, acostarte, ducharte, etc., cuando te da la gana es incívico. Tener que llevar pañal cuando menstrúas es denigrante, a mí me enseñaron a usar compresas con todas las consecuencias, si manchas la ropa la lavas en seguida, y si los dos primeros días son peor que una matanza de Texas, te cambias más frecuentemente. En cuanto a las comidas, sólo una vez presencié y tuve la oportunidad de hablar con esa trabajadora: en una residencia de mayores, la trabajadora de pie daba de comer a un hombre mayor y cabizbajo, a la trabajadora le pregunté que por qué no se sentaba y esta me contestó que porque no tenía tiempo. Luego os cuento que a mí me dan de comer. El conjunto es un trato, el que reciben las personas consideradas minusválidas, humillante y machacante hasta el último aliento, injusto y denunciable.
Estas vejaciones tienen solución y la solución es puramente administrativa, y tan fácil, que hasta un niño de 8 años lo resolvería. Atención a la pregunta: Tenemos 1 millón de euros, con estos podemos invertir en viviendas accesibles y asistencia personal, o en residencias para grandes minusválidos, ¿qué escogeríamos? Claro, hay quien pueda rebatir que no todo el mundo puede querer o poder vivir independientemente, y a esto a mí sólo se me ocurre que nadie quiere vivir en constante violación de sus derechos, nadie, ni cuidados/as, ni cuidadores/as. Y por supuesto, como todas las personas, todas, todas, antes de emanciparnos necesitamos sentirnos parte del mundo, y para formar parte nada mejor que comenzar a vivir en un entorno inclusivo y accesible.
Mi movilidad es escasísima, necesito asistencia para todas mis actividades. Antes de comenzar a escribiros, me he levantado, me he duchado y arreglado, he recogido mi casa, he atendido a mis gatos, he desayunado y he reorganizado mi espacio de trabajo para quedarme cómoda y poderos escribir esta carta. Tengo la suerte de tener Asistencia Personal y con esta mis trabajadoras hacen sólo lo que yo les pido y cuando yo lo pido. Me dan de comer sentadas y me llenan la boca cuando y como yo lo pido, no cuando a ellas les parece. A mí me cuidan mis amistades, mi familia, mi entorno más próximo. Las trabajadoras me asisten a cambio de un sueldo, con respeto, con todo el buen rollo posible, y siempre a cambio de unas condiciones laborables y un sueldo, no a cambio de sus directrices o criterios. Lo suelo puntualizar de tanto en cuando, -Tú entras en mi vida cada día, yo a tu casa no voy y lo que sé de ti lo sé porque tú me lo cuentas, date cuenta de la diferencia entre una relación laboral: tu presencia-asistencia a cambio de unas condiciones laborales, y una relación de amistad, familiar: ambas compartiríamos a partes iguales espacios y experiencias. No tengo Asistencia Personal las 24 horas del día, pero la tengo cuando yo la necesito. Conjugo todo lo bien que puedo disponibilidad y flexibilidad. Cuando siento que mi vida no va como yo quiero, en relación a la asistencia personal, hablo con la trabajadora y si habiendo hablado siento que mi vida se somete más y más a su voluntad, entonces solicito el fin de contrato por el bien común.
El término minusválido, el titulo Residencias para Grandes Minusválidos, o para Grandes Dependientes, dice mucho de nuestra política española. Actualmente, y desde hace una eternidad, por no reconocer, ni hacer valer los derechos humanos, se nos ha sometido culturalmente negándonos los recursos necesarios para vivir en igualdad. A cualquier persona certificada de gilipollas, cabrón o imbécil, que crezca o que en un momento dado se vea relegada a la “cueva de los gilipollas, cabrones y/o imbéciles”, será fácil humillarla y someterla hasta agotar su último aliento de libertad y dignidad. Quizás esta carta deba enviarla también a todos los partidos políticos, y añadir algo así como: Hagan el favor ya de excarcelar a todas las personas encerradas en sus residencias, rechazadas de sus deberes políticos. Inviertan en educación, en renta básica, en accesibilidad, en vida independiente, inviertan porque funciona, porque es la vida de todas las personas las que están en juego, su dignidad y la nuestra, la dignidad humana.
Sea quien sea quien lea esta carta, esté seguro y segura que los testimonios ofrecidos en el programa del canal 4 no han caído ni caerán en saco roto. Tardaremos más o menos, pero el negocio de las residencias a costa de la dignidad humana, caerá.
Marga Alonso Guevara.
http://www.cuatro.com/diario-de/maltrato/Diario-denuncia-graves-negligencias-discapacitados_0_1741425636.html
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