jueves, 31 de octubre de 2019

Moto para silla de ruedas


Cirujanos


Tendencias en gafas


Paciente


Tener sexo prolonga la vida... Vamos a moriiiiir!


Noche de Halloween











Las calles suspenden en accesibilidad

Pese al avance en los últimos años, muchos transeúntes sufren un entorno que coarta sus movimientos

 

 

El pasado es otro país. Hace 600 años antes de Cristo, una rampa suave conectaba el mercado con la Acrópolis de Atenas. Esta estructura fue fundamental para transformar la ciudad de un bastión feudal a un espacio cívico y religioso. Es fácil entender que Grecia “inventó” la accesibilidad. Una historia donde se abrigan pasado y futuro.

En 2050, unos 940 millones de personas sufrirán alguna discapacidad. Y las Naciones Unidas advierte de que el discurrir del hombre dentro de las ciudades supone “un gran desafío”. Hay que ponerse en la piel de los otros para darse cuenta y sentir la angustia de quien no puede moverse por la calle, acceder a una tienda o viajar en transporte público. No son los seres humanos los discapacitados, es el entorno que hemos creado; es el espacio donde resuelven su cotidianidad. Porque a veces las ciudades se convierten en campos de minas para los sentidos. Puertas bloqueadas, ascensores inexistentes o que no funcionan, rampas que faltan.

Sin ir más lejos, hay estaciones de cercanías y metro junto a hospitales sin rampas y ascensor. Ni la de Ramón y Cajal, frente al hospital del mismo nombre, ni el de La Paz, junto a la estación de metro de Begoña, facilitan la salida del vagón a la calle o el camino inverso. Ocurre lo mismo en otras estaciones principales madrileñas como Avenida de América o Plaza Castilla. Los sindicatos han llegado a denunciar que hay muchas escaleras averiadas en la red de metro madrileña.

España ha hecho un viaje profundo en este reto. Ha visto pasar estaciones a gran velocidad. “El cambio resulta brutal”, comenta Juan Bautista Echeverría, profesor del Departamento de Construcción, Instalaciones y Estructuras de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Antes de los años noventa, la accesibilidad era un fundido a negro. Después, muchas cosas cambiaron. La ley 51/2003, de igualdad de oportunidades, fue el gozne del viraje. Más tarde llegó el Real Decreto 1/2013 y posteriormente, a partir de diciembre de 2017, se estableció la obligación de implantar en todos los espacios los “ajustes razonables” que fueran necesarios para permitir la accesibilidad. El problema, claro, es que esas dos palabras dejan el terreno en la indefinición. “Pese a todo, es un aspecto central en la agenda política. Lo que antes era el paradigma de las energéticas ahora es la accesibilidad, pues es un tema que entronca con los derechos civiles”, defiende el docente.

En el fondo es una baliza roja sobre qué tipo de sociedad estamos construyendo. Egoísta o solidaria. Sorda o atenta. “La accesibilidad urbana es un indicativo definitivo de la calidad de vida que ofrecen las ciudades y de la ambición de las Administraciones, que son en la práctica las responsables del espacio público”, sostiene el arquitecto Juan Herreros. Son palabras que construyen la realidad de muchos seres humanos. En el mundo hay 466 millones de personas que tienen problemas de audición y 36 millones son ciegos. Privados del sonido y de la luz, la ciudad traza un laberinto.

Aunque existen formas de hallar la salida. Vigo ha demostrado que puede ser transitable una villa construida sobre una montaña. Mientras, al sur, en Ávila, su Consistorio ha conseguido que un enclave histórico y de viejas piedras resulte franco. Se ha adaptado un tramo de la muralla y el Ayuntamiento propone, entre otras respuestas, un servicio de préstamo de sillas de ruedas para personas con movilidad reducida que visitan la ciudad.

El big data y la tecnología ayudan a otras urbes que a través de sensores, balizas y aplicaciones móviles se encargan de notificar en tiempo real el estado de las calles para invidentes o personas con movilidad reducida. Estos desarrollos del llamado Internet de las cosas existen hace años, y muchas ciudades, por ejemplo, Zaragoza, los gestionan de forma pública y a nivel de barrio.

“El entorno de las grandes ciudades se construyó principalmente antes de que el acceso para discapacitados fuera una idea popular”, reflexiona Andrew Solomon, escritor estadounidense y ganador del prestigioso National Book Award en 2001. “Pero incluso la arquitectura más reciente a menudo refleja nuestra falta de preocupación por las personas con discapacidad, una forma de reforzar el privilegio de un orden social que se basa en rebajar a aquellos seres humanos que tienen desafíos de movilidad a una categoría en la que de alguna manera parece que merecieran menos que nosotros”.

Una población envejecida

El mundo envejece y las ciudades deberán adaptarse. El número de personas mayores de 60 años pasará de unos 962 millones en 2017 a 2.100 millones durante 2050. Urge un espacio distinto. “El transporte, por ejemplo, debe diseñarse teniendo en mente las necesidades de la gente mayor, las casas tienen que ser accesibles y estar situadas allí donde quieran vivir, pero lo más importante es involucrar a los mayores en las decisiones de la ciudad”, resume Natalie Turner, responsable de vecindad del londinense Center for Ageing Better, una organización que se preocupa sobre todo de ancianos en riesgo de exclusión. Y ellos quieren calles transitables, cruces que les permitan cambiar de acera con tiempo, un buen pavimento y una correcta iluminación.

“Si las personas no pueden andar con facilidad por la ciudad o no pueden usar el transporte público, podría ser difícil encontrar y mantener un trabajo. Y si además les resulta imposible entrar en bares o asistir a conciertos o teatros, entonces se complica llevar una vida social activa”, advierte Simon Toftgaard, presidente de Muskelsvindfonden, un centro sin ánimo de lucro danés que investiga tratamientos para las enfermedades neuromusculares. Sin duda, una ciudad accesible es a la vez el mapa y el territorio.

https://elpais.com/elpais/2019/09/18/actualidad/1568818978_836747.html?fbclid=IwAR3Yyd_rqHNewOLwEzVpFvxf-nPKUQAm8jjasyVtmFFhyv1kH_kQd9cFDc0
 

Curiosa campaña publicitaria de concienciación para que los coches respeten los pasos de cebra

La verdad es que no estaría mal que cuando un peatón pisa un paso de cebra, hubiera algo muy evidente que invitase a frenar a los coches



https://www.youtube.com/watch?v=I-E8jdfv4mw

ACCESIBILIDAD = . . .


¡Con dos cojones!


¿Te gusta el humor?


Recortes en Sanidad


Caminante


Así si


Prueba de que viene del futuro


Joder y yo a levantar el brazo con pereza y todo


miércoles, 30 de octubre de 2019

martes, 29 de octubre de 2019

La verdad es que yo tampoco


Cuando te pones en una plaza PMR que no deberías

 No deberías ponerte ahí


Si no ahí


Pues ahí voy


Es sólo un rasguño


Ejercicios en silla de ruedas para los de Bilbao


Up


Se ve muy bien


La polio: la historia de nunca acabar

Relieves del Antiguo Egipto ya mostraban imágenes de afectados por la enfermedad, pero hasta 1954 no hubo vacuna

 

Manuel González Muñoz, un afectado zamorano por la polio

En un relieve encontrado en el Antiguo Egipto en el año 1.500 antes de Cristo en la XVIII dinastía aparece una figura de una persona con una de las piernas más corta y delgada, una de las características de los que padecen polio, apoyado en un palo, haciendo las veces de bastón. Los estudios sobre la polio se remontan sobre 1900, pero hasta el año 1954 no se desarrollan la primera vacuna por Salk, que era inyectable. Posteriormente en el 1964, Sabin desarrolla otra más cómoda de administrar que era por vía oral, con el típico azucarillo. Aquí en España se entregaron en el año 1955 por parte de EE.UU. dosis para realizar la vacunación y aunque en el año 59 se alcanza el pico más alto en cuanto a infecciones a causa de la enfermedad, no se empieza a administrar masivamente hasta el 63.

A pesar de que en el año 58 en Madrid se celebra el Congreso Internacional contra la Polio, por supuesto que esto fue un paripé y propaganda del régimen de Franco, ya que existía una epidemia pero ellos la tapaban y hacían como que estaba controlada. Hasta la misma OMS pidió a España en el año 60 que se procediera a la vacunación pues habían detectado que había una notable epidemia, el gobierno no hizo caso y por ello hasta el año 63 descrito anteriormente no se comienza a vacunar con lo cual los casos caen drásticamente. Aquí se puede hablar de una negligencia por parte del gobierno, y la mayoría de las asociaciones y particulares hablamos de que se puede pedir una indemnización, y que habría que llevarlo a los tribunales. En España en el año 1976 se da por erradicada la enfermedad. En toda Europa, en el año 2002 la OMS la declara como libre de la polio, siendo el último caso en Turquía en 1998. En los años 60 y 70 se nos denomina inválidos, de ahí la asociación denominada ANIC o también subnormales cuando pasábamos revisiones médicas de la enfermedad y te daban el dictamen médico; más tarde en los 80 y 90 minusválidos y hoy en día discapacitados, a todos en general con alguna deficiencia física o funcional. 

A nivel mundial no está erradicada totalmente pues en el 2014 se producen casos en Turquía y Afganistán y algunos países africanos, como Nigeria, Etiopía y Paquistán. En 2015 en Madagascar. De ahí la importancia de las vacunas y que estas se sigan realizando desde su nacimiento a todos los niños y niñas pues algunas de las enfermedades ya erradicadas están sufriendo algunos rebrotes, que aunque son muy puntuales, no deja de ser llamativo este hecho por la nueva moda de algunas familias a ser reacios a las vacunas. En EE.UU. como caso curioso y también se puede decir que sirvió para que se estudiase en más profundidad y gracias a su apoyo se desarrollaran las primeras vacunas, y se fundase la primer Fundación en la lucha contra la Polio, fue que uno de los presidentes que tuvo EE.UU. y de los que más tiempo estuvo en el cargo fue Franklin D. Roosevelt, que estuvo como presidente desde el año 1932 al 1945 en que falleció. El contrajo la polio en el 1921, con 39 años de edad, pues nació en el 1882. La polio como enfermedad en si no tiene cura, causada por uno de los tres virus de la polio familia de los enterovirus, que puede infectar el sistema nervioso central y ataca los nervios que regulan la función muscular. Hay tres formas de poliomielitis debida a los tres tipos de virus gastrointestinales, pero ambos tienen una sintomatología similar: asintomática, parecida a una gripe, que una vez que se contrae confiere inmunidad; en unos casos sin parálisis y la más grave con parálisis. En los dos casos afecta en los primeros meses o años de vida. Comenzando con fiebres altas parecidas a una gripe. Pero posteriormente dolor en todos los miembros y en el cuerpo en general y en el caso de ser con parálisis, paralizándose poco a poco los miembros, en particular los inferiores, perdiendo el movimiento de estos. En aquellos años la única solución medica, era administrar penicilina para cortar o bajar la fiebre, y tomar baños de agua caliente o poner paños calientes en todo el cuerpo para evitar la atrofia de los músculos en todo lo que se podía y dependiendo de la gravedad de la infección, serían más o menos efectivos. Y en los casos más graves afectando a los músculos del aparato respiratorio, por lo cual tenían que ser metidos como en un tubo cilíndrico, dejando solo fuera la cabeza, que hacía a modo de respirador artificial, lo que se llamaba el pulmón de acero. Posteriormente con el paso de los meses algunos fallecían, otros salieron adelante, pero con secuelas en la columna y en sus miembros inferiores, bien en una o las dos piernas. Por lo cual se paliaban con la ayuda de aparatos ortopédicos y bastones o muletas para poder caminar, y poder llevar una vida más o menos normal, dentro de tus limitaciones. En 1970 se empieza a hablar en EE.UU. del Síndrome Postpoliomielítico, y en el 1995 se crean las primeras asociaciones. La Unión Europea la reconoce como enfermedad, ya que los casos rebrotan y se van produciendo 

En 1970 se empieza a hablar en EE.UU. del Síndrome Postpoliomielítico, y en el 1995 se crean las primeras asociaciones. La Unión Europea la reconoce como enfermedad, ya que los casos rebrotan y se van produciendo más con el paso de los años, pues esta enfermedad se manifiesta generalmente a partir de los 50 años, más o menos. El SPP se produce décadas después, manifestándose un complejo de síntomas, como fatiga progresiva, debilidad muscular y dolor. También aunque en menor grado, atrofia muscular, dificultad para respirar y deglutir o tragar, trastornos del sueño e intolerancia al frío, lo que da lugar en la mayoría de los casos a producir un estrés crónico y alteraciones emocionales, es decir supone un deterioro funcional progresivo. En el año 2000 la Sociedad Española de Neurología redactó la "declaración de Madrid" en donde figura el SPP como enfermedad y un año después la UE pidió que se tomara en consideración al SPP y a quienes les afectaba. La OMS la tiene declarada oficialmente como enfermedad desde el 2010 con el nombre científico de G 14. En España hay varias asociaciones de Polio y Postpolio, siendo las más importantes las creadas en Andalucía, País Vasco, Cataluña. Este año 2019 el 15 de Junio se realizaron las 1ª jornadas Nacionales del Síndrome Post-Polio en Burgos y para el próximo 2020 se va a realizar en Vitoria-Gasteiz el tercer Congreso Europeo sobre el Síndrome Post-Polio. La asociación "niños de la polio, los olvidados" de Madrid liderada por Rosa Hernanz Herrera, ha realizado manifestaciones ante el Congreso de los Diputados y ha conseguido entrevistarse con la Ministra de Sanidad y con varios diputados para exponerles las reivindicaciones del colectivo que padecimos de pequeños la polio. Hoy en día, lo que se pide es que se investigue sobre dicha enfermedad, para sacar tratamientos específicos, pues en España hay unos 40.000 afectados, en el mundo puede llegan a ser algo más de 10 millones, y que sea reconocida por los departamentos de Sanidad de todas las Comunidades Autónomas, y se atienda y ayude a los afectados de la polio para conocer si tienen el SPP y poder ser tratados con las mejores prácticas socio sanitarias, como lo vienen haciendo en lo demás países de la Unión Europea, en cuanto a recibir sesiones de rehabilitación, y ayudas para su movilidad en la vida diaria , como andadores, sillas de ruedas, scooter. El estudio de esta enfermedad se lleva a cabo por parte del servicio de Neurología, en prácticamente todos los hospitales españoles y teniendo como referencia al Hospital Vall de Hebron en Barcelona.  

También se pide que se promulguen leyes sociales, como un tratamiento de la incapacidad laboral para quienes sufran el SPP, que se incluya en la valoración de la minusvalía o el adelanto de la jubilación. A este respecto se promulgó una ley Real decreto 1539/2003 de 5 de diciembre en el cual con una minusvalía de hasta el 65% por cada 4 años cotizados te se adelante un año más la jubilación, y si pasas el 65% con ayuda de tercera persona por cada 2 años cotizados se te adelanta uno más, teniendo cumplidos los 52 años. Con lo cual una persona con un 65 % teniendo cotizados 20 años a los 60 se le adelantarían 5 con lo cual podría ya jubilarse. Y si tiene más del 65 % teniendo cotizados 20 años a los 55 años te adelantarían 10 años, con lo cual también se podría jubilar. Pero siempre con un mínimo de cotización de 15 años. Posteriormente sacaron una ley mejorada en la cual, los discapacitados con una serie de enfermedades degenerativas, como escoliosis, polio y post-polio, síndrome de Down, afectados por talidomida y otras más que figuran en dicha ley, por la cual puedes solicitar la jubilación siempre que tengas más el 45% o más, cumplidos los 56 años de edad, y como en la anterior cotizados como mínimo 15 años para que te quede el 100% de las bases de cotización. Lo lógico sería reformar estos decretos, quitando el requisito de los 15 años de cotización y poder acceder a una pensión de jubilación con los años que cada uno tenga cotizados. En Benavente se creó una asociación en el año 1997 de minusválidos ASMI con estatutos formalizados en febrero del 1998, en la cual forme parte como tesorero, estábamos entre 25 y 30 afiliados que pagábamos una cuota de 1000 pesetas. Pero en el año 2000 la mayoría de los miembros nos dimos de baja, por problemas internos. En aquella época era de las primeras asociaciones que existían en Benavente y se consiguió que algunas barreras arquitectónicas se quitasen y se concienciasen las personas de lo que suponía ser minusválido en la sociedad. Yo tengo abierta una página en Facebook, para todos los afectados de polio que quieran apuntarse y así formar un grupo para compartir vivencias, impresiones o simplemente para estar en contacto, para todos los de Benavente y la comarca, y provincia de Zamora. La página es: Benavente y comarca, amigos con polio y post-polio. 

Marca de silla . . .


El Niño Gato


Este tío es la caña


Los «niños» invisibles de la polio

Más de 35.000 españoles que no llegaron a tiempo a la vacuna reclaman ayudas de rehabilitación integral

 

Más de 35.000 españoles que no llegaron a tiempo a la vacuna reclaman ayudas de rehabilitación integral


Pedro Cintas (Badalona, 1952) contrajo el virus de la polio cuando tenía 18 meses. Fue uno de los miles de niños españoles que se infectaron en España en uno de los últimos brotes de polio. Era una época en la que la infección mataba y paralizaba a miles de niños sin que se pudiera hacer nada para evitarlo. Hasta que en 1955 el científico Jonas Salk demostró que su vacuna contra la poliomielitis era eficaz y segura.

Fue un «milagro» científico al que Pedro y otros «niños de la polio» no llegaron a tiempo. Más aún en España donde la vacuna llegó ocho años después de que se inventara. Antes de ese año, según denuncia la presidenta de la Asociación de Afectados de Polio y Síndrome Postpolio, Lola Corrales, el régimen franquista vacunó a 200.000 niños en el ámbito privado.

Pedro fue uno de los afortunados que sobrevivió a la infección, aunque con muchas secuelas que se han intensificado con el tiempo. Padece el síndrome post polio (SPP) que afecta a los músculos y las articulaciones y se siente olvidado por el sistema sanitario. «Los niños de la polio somos totalmente invisibles. A veces me siento como un mueble abandonado», declara a ABC.


Peor cuatro décadas después



Desde pequeño tenía una movilidad reducida, pero empezó a notar los síntomas del SPP cuatro décadas después de contraer el virus. La fatiga y el dolor constante, la debilidad muscular, los problemas respiratorios, la pérdida de memoria y de la capacidad de concentración hicieron que tuviera que dejar su trabajo en una empresa de microfilms a los 54 años. «Una de mis tareas era subirme a unas escaleras cargado de 25 kilos de líquido para el revelado y llegó un momento en el que no pude más», relata.

Con la enfermedad muy avanzada consiguió que le otorgaran el 85% de discapacidad y así recibir la pensión por incapacidad permanente absoluta. Ahora reclama la gran invalidez, pero a ojos del sistema «he dejado de ser un cojo para ser un pensionista», lamenta. Explica a este periódico que, debido a su edad, ya no puede pedir una revisión por agravamiento para obtener un grado de discapacidad mayor y una pensión más elevada con la que pagar a un asistente que le ayude en su día a día.


Encerrado dos años en su propia casa

 

Pese a sus circunstancias, «muchos afectados por la polio sueñan con estar en mi piel», indica Pedro. Afirma que él tuvo suerte porque pudo trabajar, cotizó y su pensión es el sueldo íntegro que tenía entonces. Pero otras personas tienen que «malvivir» para poder pagar la silla de ruedas en la que les ha dejado el síndrome post polio porque apenas reciben 400 euros al mes.

Aun así, tuvo que pedir un crédito para poder salir de su vivienda y darse una ducha. No podía salir de su hogar, un bajo en el barrio madrileño de Carabanchel, porque unos escalones se lo impedían y ducharse era imposible sin ayuda porque su escasa movilidad no le permitía meterse en la bañera. «Mi casa fue mi cárcel durante dos años», relata.

Además de la accesibilidad, la rehabilitación también es un problema para «los niños de la polio». Solo tienen derecho a 20 sesiones de fisioterapia al año y, según Pedro, eso «es intolerable». «Necesitamos rehabilitación diaria, que sea adecuada y específica para nuestros síntomas y los médicos y cuidadores deben estar formados para tratar a los afectados por la polio. Nuestras necesidades no son las mismas que las del resto de personas», critica.


Veinte cirugías

 


Pedro lleva ya 20 operaciones a sus espaldas. Solo por la polio ha tenido que someterse a una decena. «Cuando podía andar hacía caminatas de media hora a diario, pero ahora no puedo mover las piernas. Sin poder hacer ejercicio uno es mucho más propenso a tener obesidad, la tensión alta, apnea del sueño y diabetes... todo se multiplica», explica.

Las otras diez cirugías se las debe al cáncer. Aunque ya lo superó, recuerda esa etapa como una de las peores de su vida. Fueron los voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) los que le ayudaban a salir de casa para acudir a las sesiones de quimioterapia porque todavía no había podido reformar su casa para que fuera accesible.

Gracias a la Ley de Dependencia una asistente va a su casa ocho horas a la semana y le ayuda con las tareas. «Antes podía permitirme tenerla durante más tiempo porque la hora me costaba 1,30 euros, pero con el copago el precio ha aumentado hasta los 7,45 euros», señala. Para Pedro esta asistencia no es suficiente: «hay veces que me tengo que tirar al suelo para barrer. Pero más no puedo hacer», concluye.

Se estima en España se encuentran como él más de 35.000 personas. El pasado jueves 24 de octubre se celebró el Día Mundial de la Poliomielitis y algunos afectados, entre los que se encontraba Pedro, aprovecharon la jornada para manifestarse frente al Congreso de los Diputados y pedir rehabilitación integral en la sanidad pública y un censo de enfermos por la polio en nuestro país.

https://www.abc.es/sociedad/abci-ninos-invisibles-polio-201910280243_noticia.html#vca=rrss-inducido&vmc=abc-es&vso=tw&vli=noticia-foto

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