martes, 29 de octubre de 2019

Los «niños» invisibles de la polio

Más de 35.000 españoles que no llegaron a tiempo a la vacuna reclaman ayudas de rehabilitación integral

 

Más de 35.000 españoles que no llegaron a tiempo a la vacuna reclaman ayudas de rehabilitación integral


Pedro Cintas (Badalona, 1952) contrajo el virus de la polio cuando tenía 18 meses. Fue uno de los miles de niños españoles que se infectaron en España en uno de los últimos brotes de polio. Era una época en la que la infección mataba y paralizaba a miles de niños sin que se pudiera hacer nada para evitarlo. Hasta que en 1955 el científico Jonas Salk demostró que su vacuna contra la poliomielitis era eficaz y segura.

Fue un «milagro» científico al que Pedro y otros «niños de la polio» no llegaron a tiempo. Más aún en España donde la vacuna llegó ocho años después de que se inventara. Antes de ese año, según denuncia la presidenta de la Asociación de Afectados de Polio y Síndrome Postpolio, Lola Corrales, el régimen franquista vacunó a 200.000 niños en el ámbito privado.

Pedro fue uno de los afortunados que sobrevivió a la infección, aunque con muchas secuelas que se han intensificado con el tiempo. Padece el síndrome post polio (SPP) que afecta a los músculos y las articulaciones y se siente olvidado por el sistema sanitario. «Los niños de la polio somos totalmente invisibles. A veces me siento como un mueble abandonado», declara a ABC.


Peor cuatro décadas después



Desde pequeño tenía una movilidad reducida, pero empezó a notar los síntomas del SPP cuatro décadas después de contraer el virus. La fatiga y el dolor constante, la debilidad muscular, los problemas respiratorios, la pérdida de memoria y de la capacidad de concentración hicieron que tuviera que dejar su trabajo en una empresa de microfilms a los 54 años. «Una de mis tareas era subirme a unas escaleras cargado de 25 kilos de líquido para el revelado y llegó un momento en el que no pude más», relata.

Con la enfermedad muy avanzada consiguió que le otorgaran el 85% de discapacidad y así recibir la pensión por incapacidad permanente absoluta. Ahora reclama la gran invalidez, pero a ojos del sistema «he dejado de ser un cojo para ser un pensionista», lamenta. Explica a este periódico que, debido a su edad, ya no puede pedir una revisión por agravamiento para obtener un grado de discapacidad mayor y una pensión más elevada con la que pagar a un asistente que le ayude en su día a día.


Encerrado dos años en su propia casa

 

Pese a sus circunstancias, «muchos afectados por la polio sueñan con estar en mi piel», indica Pedro. Afirma que él tuvo suerte porque pudo trabajar, cotizó y su pensión es el sueldo íntegro que tenía entonces. Pero otras personas tienen que «malvivir» para poder pagar la silla de ruedas en la que les ha dejado el síndrome post polio porque apenas reciben 400 euros al mes.

Aun así, tuvo que pedir un crédito para poder salir de su vivienda y darse una ducha. No podía salir de su hogar, un bajo en el barrio madrileño de Carabanchel, porque unos escalones se lo impedían y ducharse era imposible sin ayuda porque su escasa movilidad no le permitía meterse en la bañera. «Mi casa fue mi cárcel durante dos años», relata.

Además de la accesibilidad, la rehabilitación también es un problema para «los niños de la polio». Solo tienen derecho a 20 sesiones de fisioterapia al año y, según Pedro, eso «es intolerable». «Necesitamos rehabilitación diaria, que sea adecuada y específica para nuestros síntomas y los médicos y cuidadores deben estar formados para tratar a los afectados por la polio. Nuestras necesidades no son las mismas que las del resto de personas», critica.


Veinte cirugías

 


Pedro lleva ya 20 operaciones a sus espaldas. Solo por la polio ha tenido que someterse a una decena. «Cuando podía andar hacía caminatas de media hora a diario, pero ahora no puedo mover las piernas. Sin poder hacer ejercicio uno es mucho más propenso a tener obesidad, la tensión alta, apnea del sueño y diabetes... todo se multiplica», explica.

Las otras diez cirugías se las debe al cáncer. Aunque ya lo superó, recuerda esa etapa como una de las peores de su vida. Fueron los voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) los que le ayudaban a salir de casa para acudir a las sesiones de quimioterapia porque todavía no había podido reformar su casa para que fuera accesible.

Gracias a la Ley de Dependencia una asistente va a su casa ocho horas a la semana y le ayuda con las tareas. «Antes podía permitirme tenerla durante más tiempo porque la hora me costaba 1,30 euros, pero con el copago el precio ha aumentado hasta los 7,45 euros», señala. Para Pedro esta asistencia no es suficiente: «hay veces que me tengo que tirar al suelo para barrer. Pero más no puedo hacer», concluye.

Se estima en España se encuentran como él más de 35.000 personas. El pasado jueves 24 de octubre se celebró el Día Mundial de la Poliomielitis y algunos afectados, entre los que se encontraba Pedro, aprovecharon la jornada para manifestarse frente al Congreso de los Diputados y pedir rehabilitación integral en la sanidad pública y un censo de enfermos por la polio en nuestro país.

https://www.abc.es/sociedad/abci-ninos-invisibles-polio-201910280243_noticia.html#vca=rrss-inducido&vmc=abc-es&vso=tw&vli=noticia-foto

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