En España la vacuna Salk estuvo disponible desde 1955, pero la vacunación masiva no llegó hasta noviembre de 1963
Vacunación contra la polio en Los Ángeles en 1955. / Associated Press
En Némesis, su última novela, Philip Roth narra las consecuencias de una epidemia de poliomielitis en el Nueva Jersey de los años cuarenta. El propio presidente Roosevelt murió a causa de las consecuencias de la enfermedad. Durante el franquismo,
multitud de niños españoles se contagiaron a razón de 2.000 al año. Sin
embargo, la vacuna no llegó hasta 1963. Muchos de los afectados se
quejan de falta de información y de haber sido desatendidos.
Mario Feijóo Anakabe, de la asociación vasca Euskadiko Polio Elkartea, cuenta a propósito de su infancia: “En casa te entrenan para hacer frente a la enfermedad. En la mía fue mi padre, que de niño había huido de Galicia a Francia en la Guerra Civil y más tarde llegó al País Vasco con una maleta vacía a trabajar en la mar. Él siempre me animó para que fuera alguien en la vida, para que estudiara. Las niñas lo tenían peor, eran educadas para que cuidaran de los mayores de casa”. Durante su infancia, el miedo a la polio creó una auténtica alarma social. “No había ninguna cura. Las madres rezaban para que sus hijos no se contagiaran. Cuando la mía salía a la calle a pasearme en el carrito, no la saludaba nadie, todos se cambiaban de acera. Era el año 1955”.
El presidente Roosevelt contrajo la enfermedad en 1921 y tal incidente hizo que la búsqueda de una vacuna se acentuara. Pero los resultados no llegaron hasta después de su muerte. Tras varios intentos infructuosos, el 12 de abril de 1955 se hizo público que la vacuna Salk era eficaz y segura y se procedió a una inmunización masiva en Estados Unidos. Desgraciadamente, unos fallos en los laboratorios Cutter de San Francisco proyectaron algunas dudas sobre el producto, pero ya para 1957 la mayoría de los países desarrollados habían procedido a la vacunación y a producir su propio medicamento.
“Siempre hemos creído que lo nuestro era solo mala suerte”. Mario sigue preguntándose por qué no hubo vacunas hasta 1963. “La pobreza no es una excusa. No me explico la tardanza de las autoridades del Estado en administrarla, pues ya se hacía en Francia o Andorra, donde viajaban las familias pudientes para inmunizar a sus hijos. En 1958, médicos de familia enviaban al extranjero informes sobre la enfermedad solicitando ayuda. Aunque ese mismo año apareció un artículo en el diario Abc negando que hubiera una epidemia de polio en España”. Aun así, existía. No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió, por qué se dejaron pasar unos años muy valiosos que han marcado la vida de estos niños.
Según un estudio de Pilar León Rega y José Manuel Echevarría Mayo, del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, “en España la vacuna Salk estuvo disponible desde 1955 y se utilizó solo de forma muy limitada en el ámbito de la medicina privada”. La vacunación masiva no llegó hasta noviembre de 1963, con resultados excelentes. Según León y Echevarría, si se hubiera empezado la inmunización en 1956, se hubieran evitado 12.000 casos y 1.600 muertes, la mayoría de niños menores de 7 años. Concluyen estos autores que la situación económica del país en esos años y las dudas creadas por el “incidente Cutter” no explican tamaño retraso en la vacunación.
“Hace unos años me empecé a sentir mal en un viaje de trabajo”, cuenta Mario. “Me dijeron en el hospital de Basurto que padecía el síndrome pospolio. Cada año pierdo un 2% de mi fuerza muscular”. Según la OMS, se trata de una atrofia sistemática que afecta primordialmente al sistema nervioso. Mario y los niños de la polio tan solo quieren que se les escuche. “Nosotros no fuimos fusilados ni estuvimos en la cárcel durante el franquismo, pero también somos víctimas. Los pobres y los derrotados en la guerra también salimos perdiendo en esto”.
http://elpais.com/elpais/2015/12/07/eps/1449491538_334946.html
Mario Feijóo Anakabe, de la asociación vasca Euskadiko Polio Elkartea, cuenta a propósito de su infancia: “En casa te entrenan para hacer frente a la enfermedad. En la mía fue mi padre, que de niño había huido de Galicia a Francia en la Guerra Civil y más tarde llegó al País Vasco con una maleta vacía a trabajar en la mar. Él siempre me animó para que fuera alguien en la vida, para que estudiara. Las niñas lo tenían peor, eran educadas para que cuidaran de los mayores de casa”. Durante su infancia, el miedo a la polio creó una auténtica alarma social. “No había ninguna cura. Las madres rezaban para que sus hijos no se contagiaran. Cuando la mía salía a la calle a pasearme en el carrito, no la saludaba nadie, todos se cambiaban de acera. Era el año 1955”.
El presidente Roosevelt contrajo la enfermedad en 1921 y tal incidente hizo que la búsqueda de una vacuna se acentuara. Pero los resultados no llegaron hasta después de su muerte. Tras varios intentos infructuosos, el 12 de abril de 1955 se hizo público que la vacuna Salk era eficaz y segura y se procedió a una inmunización masiva en Estados Unidos. Desgraciadamente, unos fallos en los laboratorios Cutter de San Francisco proyectaron algunas dudas sobre el producto, pero ya para 1957 la mayoría de los países desarrollados habían procedido a la vacunación y a producir su propio medicamento.
“Siempre hemos creído que lo nuestro era solo mala suerte”. Mario sigue preguntándose por qué no hubo vacunas hasta 1963. “La pobreza no es una excusa. No me explico la tardanza de las autoridades del Estado en administrarla, pues ya se hacía en Francia o Andorra, donde viajaban las familias pudientes para inmunizar a sus hijos. En 1958, médicos de familia enviaban al extranjero informes sobre la enfermedad solicitando ayuda. Aunque ese mismo año apareció un artículo en el diario Abc negando que hubiera una epidemia de polio en España”. Aun así, existía. No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió, por qué se dejaron pasar unos años muy valiosos que han marcado la vida de estos niños.
Según un estudio de Pilar León Rega y José Manuel Echevarría Mayo, del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, “en España la vacuna Salk estuvo disponible desde 1955 y se utilizó solo de forma muy limitada en el ámbito de la medicina privada”. La vacunación masiva no llegó hasta noviembre de 1963, con resultados excelentes. Según León y Echevarría, si se hubiera empezado la inmunización en 1956, se hubieran evitado 12.000 casos y 1.600 muertes, la mayoría de niños menores de 7 años. Concluyen estos autores que la situación económica del país en esos años y las dudas creadas por el “incidente Cutter” no explican tamaño retraso en la vacunación.
“Hace unos años me empecé a sentir mal en un viaje de trabajo”, cuenta Mario. “Me dijeron en el hospital de Basurto que padecía el síndrome pospolio. Cada año pierdo un 2% de mi fuerza muscular”. Según la OMS, se trata de una atrofia sistemática que afecta primordialmente al sistema nervioso. Mario y los niños de la polio tan solo quieren que se les escuche. “Nosotros no fuimos fusilados ni estuvimos en la cárcel durante el franquismo, pero también somos víctimas. Los pobres y los derrotados en la guerra también salimos perdiendo en esto”.
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