Es necesario que se hagan las remodelaciones que
convengan para que todos y todas las diputadas ocupen los mismos
espacios, porque estar en medio de la sala no es normalizador. Es más,
si esta situación se prolonga, será la excusa perfecta para los que
alimentan la idea de segregación por activa o simplemente porque no
hacen el trabajo que tienen que hacer para evitar que esto suceda
Pablo Echenique seu al nivell inferior de l’hemicicle, en l’espai que
queda entre els taquígrafs i la filera d’escons on seuen els ministres |
Congreso
Los últimos días hemos vivido muchas imágenes intensas en el
Congreso. Una de estas, sin embargo, no debería pasar por alto:
Echenique ocupando un espacio que no está destinado a los diputados y
diputadas.
Las personas con diversidad funcional habitualmente deben ocupar
espacios y hacer acciones fuera de los lugares y las formas normalizadas
y sin igualdad de oportunidades. En los cines tienen que ver películas
desde la primera fila, donde nadie quiere ir; en algunos estadios
deportivos sólo pueden acceder a la zona de juego, sin poder sentarse en
la grada con la compañía de quien ellos han elegido; en el metro deben
pasar por puertas ‘especiales’ y pedir permiso para entrar presionando
un botón de emergencia para que los abran; y en muchos establecimientos
deben hacer uso de los aseos que también sirven como almacén.
Incluso hay quien prefiere universalizar la idea de que los niños y
niñas con discapacidad deben ir sí o sí a una escuela ‘especial’ y que
no es posible tener escuelas para todos. También hay quien piensa que la
mejor idea es que haya espacios laborales exclusivos para las personas
con diversidad funcional como única posibilidad laboral y, ya que
estamos profundizando en la idea de segregación, también hay lobbies que
apostarían por generar macroresidencias para que vivieran todas las
personas con discapacidad física bien apartadas de la posibilidad de una
vida digna, normalizada y elegida por ellas.
Desafortunadamente muchas de estas ideas aún están impregnadas en
nuestro país, a pesar de haber dado pasos importantes en materia de
accesibilidad y de normalización de la diversidad humana. Pero los
marcos legislativos dejan bien clara la idea de que un sitio accesible
es aquel que conlleva una situación, entre otras características, lo más
normalizada posible.
Así que, volviendo al Congreso, deben hacerse las remodelaciones que
convengan para que todos y todas las diputadas ocupen los mismos
espacios. Porque estar en medio de la sala no es normalizador. Es más,
si esta situación se prolonga, será la excusa perfecta para los que
alimentan la idea de segregación por activa o simplemente porque no
hacen el trabajo que tienen que hacer para evitar que esto suceda.
Estar unos años de manera constante con un plano televisivo como el
que hemos visto normalizará el hecho de que no se hayan hecho
suficientemente cómodos y accesibles los escaños para que cualquier
persona, sea cual sea su manera de funcionar, realmente pueda llegar a
ser diputado en el Congreso y ejercer su labor de manera realmente
normalizada y en igualdad de oportunidades.
Todo ello es muy simbólico. Y no sólo ocurre en este caso. A lo largo
de los años he asistido a espacios donde participaban estudiantes
universitarios con discapacidad y una de las quejas habituales es que no
pueden acceder a las tarimas de las aulas. Porque ese es un espacio de
privilegio para los oradores, para las personas que saben y que se
dirigirán al resto de la clase, pero sólo si funcionan de una manera
determinada y tienen la habilidad física de subir a la tarima. El resto,
las personas con diversidad funcional, deben conformarse con un espacio
más bajo y metafóricamente bien segregador.
Personalmente he llegado a presentar un libro sobre accesibilidad en
la universidad en un espacio donde la coordinadora del libro no pudo
dirigirse de forma normalizada a los asistentes, porque que la megafonía
sólo se encontraba en una tarima segregadora de cuerpos no normativos.
También he presenciado presentaciones de manuales sobre accesibilidad
que tampoco tuvieron en cuenta todas las personas a la hora de preparar
el acto; he vivido presentaciones de formaciones sobre discapacidad que
se hacían en espacios no accesibles; y he visto como el Instituto de
Cultura del Ayuntamiento de Barcelona promueve actividades en espacios
que no son accesibles, a pesar de que técnicamente sea viable que lo
sean y pese a las advertencias que les hacen por ser cómplices de la
situación excluyente en pleno siglo XXI.
Incluso he visto luchar desde su juramento del cargo a la ex senadora
Virginia Felipe, imagen que dio la vuelta al mundo como una de las más
emocionantes que se ha dado en el Senado. Y después de ese día continuó
la lucha para que todas las personas con diversidad funcional puedan
tener una vida normalizada, con igualdad de oportunidades y sin tener
que pedir permiso para cualquier acción de su vida cotidiana.
Sra. Batet y Sr. Iglesias, lo que sucede en un lugar como el del
Congreso tiene un impacto en la mirada de millones de personas. Y si
vemos, durante años, una persona con discapacidad en un espacio
segregado normalizaremos y tendremos el argumento y excusa perfectas
para que la gente piense que este trato es ‘normal’ y aceptable.
Óscar Martínez Rivera
Professor d'educació social i treball social
http://catalunyaplural.cat/es/no-podemos-normalizar-la-imagen-de-echenique-en-medio-del-congreso/
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