Sería un necio si no reconociera que en los últimos años se ha trabajado para adecuar el entorno urbano con el fin de eliminar barreras arquitectónicas. Pero hay chapuzas que sacan lo peor de mí. Obras inauguradas al calor de las elecciones y que los del sueldo público, aquellos que viajan todo el día en coche oficial, no se ruborizan a la hora de cortar cintas de inútiles proyectos que no sirven para nada más que para destilar vergüenza ajena.
Enfrente de mi casa hay uno de los pasos de peatones más concurridos de Chiva. Un punto necesario para acudir al centro de salud, al instituto, a la residencia de ancianos y a uno de los colegios de la localidad. Está situado en la vía más transitada del municipio.
Con buen criterio inicial, el alcalde de la localidad en su día mandó construir un paso subterráneo para salvar una calzada en la que en muchas ocasiones no se respetan los límites de velocidad. El resultado fue una chapuza considerable reconvertida ahora en un refugio para fumarse algún canuto, pintarrajear la pared y orinar las borracheras de botellón de niñatos adolescentes. Es obvio que nadie utiliza el subterráneo para su uso original. El ciudadano prefiere jugarse el tipo en un paso de peatones en el que ya se han dado tres atropellos y que hasta hace unos días estaba prácticamente a oscuras por la noche. Hasta aquí todo normal, aunque cueste creerlo.
Lo indignante del caso es la rampa para discapacitados del paso subterráneo. Un tobogán de seis metros de largo por 58 centímetros de ancho con una pendiente del 57%.
No es una broma. Créame. Se lo repito, un 57% de desnivel. El Anglirú,
el puerto más exigente de la Vuelta a España de Ciclismo, tiene un
máximo del 22% en el peor de los tramos. En Francia, el mítico Tourmalet
tiene un 13% mientras que en Italia, donde se corre el Giro, el
infierno del Gavia llega a un 12%. Pues bien, en Chiva tenemos una rampa del 57% para empujar sillas de ruedas (si es que caben), bajar carritos de bebé o subir los de la compra.
Lo peor de todo es que no pasa nada. El Ayuntamiento pagó la obra, cortó la cinta y a vivir la vida. A nadie le importa si una persona mayor puede pasar con el carro de la compra o si una madre con un bebé puede tener un grave percance en un paso que le debería facilitar el día a día alejada del tráfico. De las sillas de ruedas ni hablamos. Intentar subir o bajar la rampa es tragedia asegurada. Y al alcalde, al que aprobó este proyecto, le importó un pito. Ahora tenemos un rampa modelo tobogán, una piscina cubierta sin cubrir pero con placa de inauguración y un campo de fútbol de césped artificial que lleva dos años cerrado porque no tiene vestuarios.
Existe el premio Reina Sofía para reconocer la labor de los municipios que trabajan por la accesibilidad. Desde aquí propongo un galardón al municipio más chapucero en la eliminación de barreras arquitectónicas. En este blog tienen un candidato
http://blogs.lasprovincias.es/elfrancotirador/2014/03/22/la-peor-rampa-para-discapacitados-de-espana/#.UzGzzgvx7Yo.facebook
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