sábado, 28 de febrero de 2015

Parálisis cerebral infantil: concepto y clasificación

La parálisis cerebral infantil (PCI) es la causa más común de discapacidad física grave en la infancia. Una de las definiciones más aceptadas la describe como “un grupo de alteraciones no progresivas del movimiento y la postura que limitan la actividad, debida a un lesión del cerebro no progresiva del ocurrida durante el desarrollo cerebral del feto o el niño pequeño”.
Las trastornos motores se acompañan frecuentemente de alteraciones sensoriales, perceptivas, cognitivas, de la comunicación, epilepsia y/o problemas musculoesqueléticos secundarios.

La frecuencia con la que coexisten otras alteraciones es variable. Aproximadamente:
  • epilepsia: 45% (más alta en las tetraplejias)
  • alteraciones del lenguaje o el habla: 38% (en lesiones cerebrales bilaterales habitualmente)
  • alteraciones cognitivas: 50% (más frecuente en tetraplejias y PCI con epilepsia asociada)
  • defectos oftalmológicos: 28% y auditivos: 12%
La frecuencia es de 2-3 por cada 1000 nacidos vivos. En las últimas décadas se ha producido un aumento de la prevalencia, que probablemente obedezca a un mejor registro de los casos y a los avances en los cuidados neonatales.

Causas

La causa más frecuente de PCI es el déficit de suministro sanguíneo a un encéfalo en desarrollo, debido a hemorragias, inflamación o ictus. Las causas son diversas y, a vece,s no se conocen con certeza. Generalmente se dividen:
  • prenatales o congénitas (35%): infecciones maternas, hipoxia, diabetes…
  • perinatales (55%): partos complicados, prematuridad, vueltas de cordón…
  • postnatales (10%): traumatismos, encefalitis, convulsiones…

Clínica y Clasificación

Por definición la lesión es estable (no progresiva) y los trastornos son persistentes pero cambian con la edad. Las manifestaciones de la PCI dependen de la extensión y la localización de la lesión cerebral, así como de la capacidad del cerebro a adaptarse a ella. El conocimiento cada vez mayor de los mecanismos de plasticidad cerebral está en consonancia con la idea de que el neurodesarrollo continua de por vida y ha realzado la importancia de un tratamiento Rehabilitador intensivo y especializado en los pacientes con PCI. En los últimos años el pronóstico ha mejorado gracias a nuevas herramientas y enfoques terapéuticos.
Las alteraciones de la motricidad incluyen:
  • Trastornos de la fijación postural
  • Fallos en la supresión de reflejos arcaicos
  • Paresia, parálisis o trastornos en los patrones funcionales de la motricidad voluntaria
  • Espasticidad y otros trastornos del tono muscular
  • Movimientos involuntarios
  • Fallos en el desarrollo del control de equilibrio y control postural
Los primeros signos clínicos aparecen en cualquier momento entre el nacimiento y los tres años. Algunos signos precoces (antes de los 3-4 meses) que pueden hacer sospechar alguna alteración son:
  • alteraciones de la deglución y en las habilidades oromotoras en el recién nacido
  • ausencia de movimientos espontáneos a los 2-4 meses
  • ausencia de sonrisa social a los 3 meses
  • ausencia de seguimiento ocular a los 3 meses
  • ausencia completa de sostén cefálico a los 3 meses
  • hipotonía importante
  • espasmos o rigidez importante
  • clara preferencia por mover una parte del cuerpo
Estos signos no son diagnósticos y deben ser valorados con prudencia, en el contexto adecuado y por un clínico especializado.
Hay varias clasificaciones en función de la topografía (las partes del cuerpo afectadas a nivel motor), la neuropatología (las estructuras cerebrales lesionadas), o las alteraciones del tono y del movimiento predominantes (fláccidas, espástica, distónica, rígida…). Actualmente el objetivo de la clasificación es descriptivo y también funcional y se debe añadir al trastorno motriz, si existe, alguna de las alteraciones acompañantes descritas.  Generalmente se clasifica:

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