El estadounidense Lenny Robinson no solo compartía con Bruce Wayne el alias de Batman, sino también el deseo de librar al mundo del sufrimiento. Esta es la historia del HÉROE QUE LLEVABA LA FANTASÍA HASTA LAS CAMAS DE HOSPITAL y que hace una semana murió atropellado por su propio Batimóvil
Batman murió. No fue obra del Guasón ni de alguno de sus archienemigos, sino más bien de los azares del destino.
Bajo la máscara del murciélago había un héroe real, uno de carne y
hueso, cuyo nombre no era Bruce Wayne; se llamaba Lenny B. Robinson, con
“B” de Batman, como una vez le dijo a la recepcionista del Children’s
National Medical Center, en Washington, donde acudía un par de veces al
mes para encender la chispa de la fantasía en niños con cáncer.
Desde hace 14 años, era común ver un batimóvil estacionado en el
parqueo de algún hospital del noreste de Estados Unidos. Robinson
cuidaba absolutamente cada detalle de su álter ego, y eso incluía viajar
con el mismo estilo que el Caballero Oscuro.
La
noche del domingo 26 de agosto, las llantas de la batirréplica del
Lincoln Futura rodaban camino a casa –no en Ciudad Gótica, sino en el
estado de Maryland–, tras haber atraído cientos de miradas en una
exhibición de autos.
Como hasta el carro del
mismísimo Batman necesita combustible, Robinson se detuvo en una
gasolinera. El Batimóvil causó el efecto de siempre en los niños que
se encontraban en el asiento trasero de un automóvil en esa estación de
servicio.
Con la misma dulzura con la que trataba a
los niños en los hospitales, Robinson les regaló algunos de los
artículos de Batman que siempre cargaba consigo para obsequiarlos a los
pequeños pacientes.
El estrafalario hombre, de 51 años, retomó su ruta y a las 10:30 p. m., algo comenzó a fallar en el motor.
Robinson se orilló. La familia que acababa de conocer lo divisó en el
camino y se parqueó detrás, con las luces de emergencia encendidas.
El héroe de los hospitales infantiles se bajó para revisar el motor,
sin percatarse de que había quedado parcialmente estacionado sobre la
autopista. En ese momento, como si de un mal cómic se tratara, el
conductor de un Toyota Camry no alcanzó a verlo y se estrelló
contra el Lincoln Futura. Por efecto dominó, el Batimóvil más famoso de
todos los tiempos atropelló a Batman justo frente a los ojos de los
niños a los que había hecho sonreír minutos antes.
El
chofer del Camry salió totalmente ileso, solo para darse cuenta de que
sobre el pavimento yacía quien no necesitó superpoderes para convertirse
en un héroe.
“Nuestros pensamientos están con la
familia y los amigos de Leonard Robinson, quien compartió su amor por
Batman con todos los que le rodeaban”, posteó en Facebook la cuenta
oficial de Batman.
Noble misión
La vida del Batman de Maryland estaba llena de similitudes con la del oscuro justiciero de DC Cómics.
Ambos eran millonarios: Bruce Wayne por haber heredado la fortuna de
sus padres, y Lenny Robinson por haber creado una exitosa compañía de
limpieza en su juventud, que luego logró vender por una importante suma
de dinero.
Los dos eran excéntricos amantes de los
motores. De hecho, Robinson se hizo famoso en el 2012, cuando fue
detenido por una patrulla de tránsito en la ruta 29, en Silver Spring.
Lo que llamó la atención de la Policía no fue solo el Lamborghini negro
que conducía, sino que, en lugar de su matrícula, llevaba una placa con
el logo de Batman.
Al detective Paul Borja, uno de los oficiales que lo detuvo, a menudo le preguntan si finalmente le hizo el parte a Batman.
“¿Cómo podría hacerle una multa a un superhéroe?”, dijo
Borja esta semana a la cadena NBC. “Saber que murió en un accidente de
tránsito es muy trágico. Mis pensamientos y oraciones son para su
familia inmediata. Pero luego pienso también en su familia extendida, en
todos esos niños a los que inspiró”.
Eso nos lleva a la más importante similitud entre los
dos héroes: cada uno tenía una misión autoimpuesta, una necesidad por
hacer del mundo un lugar mejor. Wayne combatía el crimen por las noches;
Robinson luchaba contra la desesperanza durante el día.
“Siento que tengo una responsabilidad más allá de la de una persona
normal. Esa responsabilidad es estar ahí para los niños, ser fuerte
para ellos, y hacerlos sonreír tanto como pueda”, dijo tres años atrás
a The Washington Post .
Su
pasión por el Caballero de la Noche comenzó a través del fanatismo de su
hijo Brandon, a quien Lenny solía llamar Batman. “Su obsesión se
convirtió en mi obsesión”, explicó entonces a ese diario estadounidense.
En el 2001, Robinson comenzó a visitar hospitales en el área de
Baltimore, algunas veces acompañado por Brandon, quien en su
adolescencia personificaba a Robin.
La voz corrió rápidamente, y pronto comenzó a recibir llamadas de otros centros médicos y fundaciones de la región.
“Sus visitas generan un impulso inmediato para estos niños”, aseguró
Jeffrey Dome, jefe del servicio de Oncología del Children’s National
Medical Center. “Algunos de estos chicos deben permanecer internados
durante semanas o hasta meses... Una visita de un superhéroe es algo así
como una fantasía en medio de sus duros tratamientos”.
Robinson decidió invertir su fortuna en dar al mundo un héroe
verdadero. Modificó su Lamborgini, invertía en promedio unos $25.000
al año en los juguetes para obsequiar a los niños enfermos –siempre
autografiados con el seudónimo de Batman– y pagó $5.000 a un diseñador
de disfraces para que le hiciera un traje de cuero y neopreno.
Cada vez que Robinson se ponía la capa y acudía al llamado de la
batiseñal para hacer que algún niño se abstrajera por un momento de su
propia realidad, perdía unas cinco libras de su peso en agua.
En el 2012, cuando Robinson adquirió su fama como el “Batman del
Lamborghini”, ya tenía en marcha un proyecto para tener un auto
completamente idéntico al que manejó el actor Adam West en 1966.
Entretanto, había instalado en su vehículo deportivo un sistema de audio
que reproducía el tema musical de la serie Batman y que, de seguro, generaba más ilusión en adultos que en los niños de este milenio.
Ese mismo año, luego de haber sido detenido por la Policía, se deshizo
del Lamborghini para hacer ondear su capa a bordo de su soñada réplica
del Lincoln Futura.
El Batimóvil completó al Batman
más humano que el mundo ha conocido, y en una de las más supremas
ironías de la vida, tres años después ese mismo auto acabó con su
existencia, mas no con su magnánima obra.
Bien lo había sentenciado ya Bruce Wayne en Batman inicia
: “La gente necesita ejemplos dramáticos que la sacudan de su apatía, y
no puedo hacer esto como yo mismo. Como un hombre, soy carne y hueso;
puedo ser ignorado, puedo ser destruido. Pero como un símbolo... como un
símbolo puedo ser incorruptible; puedo perdurar para siempre”.
http://www.nacion.com/ocio/cine/BATISENAL-APAGO_0_1507649224.html
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