Este valenciano lleva
tres meses sin salir de casa de su madre, quien también sufre problemas
de salud. (EVA MÁÑEZ)
Ante la negativa de sus vecinos a hacer obras de accesibilidad en el
edificio.
Los datos muestran que todavía estamos a años luz de llegar a ser un
país con igualdad de oportunidades en materia de accesibilidad.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2635499/0/discapacitados-discapacidad/presos/casas-espana/#xtor=AD-15&xts=467263
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Este
valenciano lleva tres meses sin salir de casa de su madre, quien también sufre
problemas de salud. (EVA MÁÑEZ)
-Ante la negativa de sus vecinos a hacer obras de accesibilidad en el edificio.
-Los datos muestran que todavía estamos a años luz de llegar a ser un país con igualdad de oportunidades en materia de accesibilidad
Imagine
no poder llevar a cabo una acción tan cotidiana como dar un paseo por su barrio
o simplemente salir para cumplir con sus obligaciones diarias. Imagine que para
poder hacerlo requiere del apoyo de varias personas porque está postrado en una
silla de ruedas y el edificio en el que vive no es accesible. Ahora imagine que
no dispone de ayuda y van pasando los días, las semanas y los meses sin poder
salir de casa y sus vecinos se niegan a asumir el gasto que supondría instalar
un ascensor, cambiarlo o simplemente poner una rampa o una plataforma
hidráulica junto a las escaleras que dan acceso a la calle.
Pese a que cuesta ponerse en el
lugar de estas personas si no se vive un caso de cerca, esta es la cruda
realidad de miles de discapacitados en toda España. Para ellos, poder salir de
su casa supone toda una odisea, hasta el punto de que pueden pasar larguísimas
temporadas metidos en ellas. Son prisioneros de sus propias viviendas. No están
en una cárcel, pero carecen de libertad.
Pablo Cervera tiene 32 años y vive en
Valencia, en el barrio de Vara de Quart. Padece ataxia de Friedreich, una
enfermedad neurodegenerativa que a los 18 años le dejó unido para siempre a una
silla de ruedas. Desde entonces, ha pasado por un auténtico vía crucis para
poder llevar una vida medianamente normal. Actualmente reside en casa de su
madre, de la que ya se tuvo que marchar en el año 2009: "Por un lado, el
ascensor del edificio es pequeño y no quepo con la silla de ruedas, y por otro,
del rellano del ascensor a la puerta del patio hay unas escaleras sin
rampa".
Según explica Pablo, en el año 2008, cuando su enfermedad se
empezó a acentuar y cada vez le era más complicado valerse por sí mismo,
plantearon a la comunidad de vecinos "la necesidad de realizar obras de
accesibilidad". Sin embargo, se negaron a ejecutarlas, lo que lo obligaba
a asumir todo el gasto más el mantenimiento, "algo totalmente
inviable" para él.
Ante esta situación, se vio obligado a irse de su
propia casa, y gracias a la ayuda de la Renta Básica de Emancipación pudo
alquilar un bajo que un familiar adaptó para él: "Con el fin de estas
ayudas, tuve que dejar el bajo y pasé a una residencia, donde he vivido hasta
ahora, que he tenido que volver a casa de mi madre".
Cuenta Pablo que
cuando regresó el pasado mes de junio y comprobó que el edificio seguía sin ser
accesible se le cayó el alma a los pies, máxime teniendo en cuenta que "en
el resto de edificios de la misma manzana que son iguales sí que han hecho
rampas de accesibilidad o han instalado plataformas elevadoras".
La
consecuencia de este problema es que desde junio solo ha podido salir de casa
una vez con la ayuda de su madre, su hermana y otra persona a la que pidieron
el favor: "Llevo metido en casa desde septiembre, y lo más seguro es que
siga igual hasta abril, cuando podré alquilar otra vivienda localizada en un
bajo".
Según Pablo, esta situación no es nada agradable, y solo se aguanta
"con filosofía y autocontrol". Así, mata las horas tomando el sol en
la ventana de su habitación, bebiendo infusiones y con el ordenador: "Soy
un gran adepto al entretenimiento audiovisual y por suerte mis amigos me traen
películas y series". Entre lo que más echa de menos está simplemente la
posibilidad de moverse: "Ir al supermercado o al centro deportivo".
Ante la negativa de sus
vecinos a hacer obras de accesibilidad en el edificio.
Los datos muestran que todavía estamos a años luz de llegar a ser un
país con igualdad de oportunidades en materia de accesibilidad.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2635499/0/discapacitados-discapacidad/presos/casas-espana/#xtor=AD-15&xts=467263
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Medidas insifucientes
Pocos son los estudios que se han realizado para visibilizar la auténtica dimensión de este problema. Según explica Mario García, presidente de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Concemfe), en relación a la accesibilidad y a muchas cuestiones que afectan a las personas con problemas de movilidad "no hay información estadística fiable y actualizada". En este sentido, comenta que "la última encuesta sobre discapacidad, de 2008, señalaba que en 1,2 millones de hogares con personas con movilidad reducida hay barreras de acceso en sus edificios, como escaleras sin rampas o sin plataformas móviles".
García admite que "esta cifra será menor en la
actualidad", debido a las "mejoras realizadas en la normativa para
favorecer las obras de accesibilidad en edificios", pero advierte de que
"estos avances son insuficientes, puesto que siguen existiendo muchos
edificios con barreras que obligan a las personas con discapacidad a quedarse
recluidas en sus propios domicilios". Así pues, desde la entidad calculan
que "entre el 60 y 80% de los edificios de España no son accesibles, sobre
todo en los cascos históricos".
Sin embargo, los problemas de barreras
arquitectónicas no se dan solamente en las comunidades de vecinos. En algunos
casos, salvado este gran obstáculo en el interior de los edificios, surgen
otros para salir de casa por la deficiente configuración de algunas calles,
unido a la desidia de las autoridades para tomar medidas encaminadas a subsanar
las deficiencias.
Que se lo digan a Ángeles González, de 63 años, y sobre todo
a su marido, Luis Ortiz, de 73 , quien sufrió un derrame cerebral que le dejó
inmóvil toda la parte izquierda del cuerpo, lo que le hace depender de una
silla de ruedas para desplazarse desde hace tres años. Este matrimonio vive en
Granada, en el 98 de la calle Loma de Dilar, una vía sin salida.
Según explica González,
su marido tenía serias dificultades para salir de su edificio, ya que los
coches aparcaban en batería y el morro de los mismos invadía la acera, que
apenas medía un metro: "Estuvimos mandando escritos a la Policía Local y
al Ayuntamiento, pero no nos hicieron caso hasta que logramos reunir más de
3.000 firmas a través de la web change.org".
Así, con las elecciones a la
vista, el Consistorio tomó cartas en el asunto y reordenó el aparcamiento en la
calle, obligando a los coches a estacionar en fila, para evitar que invadieran
la acera. Sin embargo, esta medida no ha logrado solucionar el problema del
todo: "El Ayuntamiento ha dejado la acera igual de estrecha que estaba y
llena de baches, porque dice que no puede tocarla ya que en el Plan General de
Ordenación Urbana aparece como suelo privado; sin embargo, esto no tiene mucho
sentido, porque sí que están cobrando la tasa de cinco vados y de la terraza de
una cafetería".
Así, ante esta situación, la sorprendente e inaudita
solución que ha dado el Consistorio ha consistido en instar a los vecinos a que
ejecuten y abonen la ampliación de las aceras, algo a lo que de momento, se
oponen.
Mientras tanto, Luis y otras dos personas afectadas por el mismo
problema en la misma calle se ven abocados a depender de terceras personas para
poder salir de casa: "Siempre tengo que llevarlo yo, porque tiene que
bajar el escalón de la acera para ir por un carril que han dejado junto a la
muralla de coches y recorrer 50 metros hasta poder salir a la calzada de la calle
por un vado en el que no se puede aparcar", explica Ángeles, la mujer de
Luis. Un auténtico vía crucis que se ha convertido en el pan de cada día de
estas personas.
Medidas insifucientes
Pocos son los estudios que se han realizado para visibilizar la
auténtica dimensión de este problema. Según explica Mario García,
presidente de la Confederación Española de Personas con Discapacidad
Física y Orgánica (Concemfe), en relación a la accesibilidad y a muchas
cuestiones que afectan a las personas con problemas de movilidad "no hay
información estadística fiable y actualizada". En este sentido, comenta
que "la última encuesta sobre discapacidad, de 2008, señalaba que en
1,2 millones de hogares con personas con movilidad reducida hay barreras
de acceso en sus edificios, como escaleras sin rampas o sin plataformas
móviles".
Entre el 60 y 80% de los edificios en España no son accesibles, sobre
todo en los cascos históricos García admite que "esta cifra será menor
en la actualidad", debido a las "mejoras realizadas en la normativa para
favorecer las obras de accesibilidad en edificios", pero advierte de
que "estos avances son insuficientes, puesto que siguen existiendo
muchos edificios con barreras que obligan a las personas con
discapacidad a quedarse recluidas en sus propios domicilios". Así pues,
desde la entidad calculan que "entre el 60 y 80% de los edificios de
España no son accesibles, sobre todo en los cascos históricos".
Sin embargo, los problemas de barreras arquitectónicas no se dan
solamente en las comunidades de vecinos. En algunos casos, salvado este
gran obstáculo en el interior de los edificios, surgen otros para salir
de casa por la deficiente configuración de algunas calles, unido a la
desidia de las autoridades para tomar medidas encaminadas a subsanar las
deficiencias.
Que se lo digan a Ángeles González, de 63 años, y sobre todo a su
marido, Luis Ortiz, de 73 , quien sufrió un derrame cerebral que le dejó
inmóvil toda la parte izquierda del cuerpo, lo que le hace depender de
una silla de ruedas para desplazarse desde hace tres años. Este
matrimonio vive en Granada, en el 98 de la calle Loma de Dilar, una vía
sin salida.
Según explica González, su marido tenía serias dificultades para salir
de su edificio, ya que los coches aparcaban en batería y el morro de los
mismos invadía la acera, que apenas medía un metro: "Estuvimos mandando
escritos a la Policía Local y al Ayuntamiento, pero no nos hicieron
caso hasta que logramos reunir más de 3.000 firmas a través de la web
change.org".
Así, con las elecciones a la vista, el Consistorio tomó cartas en el
asunto y reordenó el aparcamiento en la calle, obligando a los coches a
estacionar en fila, para evitar que invadieran la acera. Sin embargo,
esta medida no ha logrado solucionar el problema del todo: "El
Ayuntamiento ha dejado la acera igual de estrecha que estaba y llena de
baches, porque dice que no puede tocarla ya que en el Plan General de
Ordenación Urbana aparece como suelo privado; sin embargo, esto no tiene
mucho sentido, porque sí que están cobrando la tasa de cinco vados y de
la terraza de una cafetería".
Así, ante esta situación, la sorprendente e inaudita solución que ha
dado el Consistorio ha consistido en instar a los vecinos a que ejecuten
y abonen la ampliación de las aceras, algo a lo que de momento, se
oponen.
Mientras tanto, Luis y otras dos personas afectadas por el mismo
problema en la misma calle se ven abocados a depender de terceras
personas para poder salir de casa: "Siempre tengo que llevarlo yo,
porque tiene que bajar el escalón de la acera para ir por un carril que
han dejado junto a la muralla de coches y recorrer 50 metros hasta poder
salir a la calzada de la calle por un vado en el que no se puede
aparcar", explica Ángeles, la mujer de Luis. Un auténtico vía crucis que
se ha convertido en el pan de cada día de estas personas.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2635499/0/discapacitados-discapacidad/presos/casas-espana/#xtor=AD-15&xts=467263
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Sin datos oficiales
Pese a la inexistencia de datos oficiales recientes, la Fundación
ONCE fue la última entidad en realizar en el año 2013 una gran encuesta sobre
vivienda y discapacidad que arroja datos preocupantes. Este estudio analiza por
entrevista telefónica 1.211 viviendas de primera residencia.
Así, según los
resultados de la encuesta, únicamente dos de cada 100 viviendas disponen de un
acceso con unas características adecuadas de accesibilidad universal, es decir,
cuentan con un videoportero que satisface las necesidades de sus habitantes,
carecen de escalones previos a la puerta de acceso o, teniendo escalones, están
dotados de rampa o plataforma elevadora como alternativa accesible y disponen
de una puerta que por peso puede ser utilizada con comodidad.
En
concreto, solo el 7,1% de las viviendas incorporan la instalación de un sistema
de comunicación con el exterior con criterios de accesibilidad. Además, en un
42,4% de los edificios el acceso previo a la puerta está libre de escalones o,
existiendo estos, cuenta con una rampa o plataforma elevadora accesibles como
alternativa. En el 53% de las viviendas, las puertas de acceso pueden ser
utilizadas con comodidad al tener un peso adecuado y un fácil mecanismo de
apertura.
En cuanto a la comunicación vertical a través del núcleo de escaleras
y ascensor no está resuelta adecuadamente en prácticamente ningún caso
simultáneamente, es decir, que ambos elementos reúnan condiciones adecuadas
para su uso. Así, en un 29,3% del total de viviendas colectivas el núcleo de
escaleras es accesible por anchura, tipo de pavimento y existencia de pasamanos
a ambos lados.
El estudio profundiza en el aspecto de los ascensores, puesto
que es uno de los elementos más importantes a la hora de eliminar barreras
arquitectónicas. Así, según los datos obtenidos, en un 73,8% de los edificios
de viviendas colectivas existe ascensor como alternativa al núcleo de
escaleras, siendo un 1,9% de estos accesibles.
Previo al embarque/desembarque
del ascensor es necesario que exista suficiente espacio para poder maniobrar y
acceder al interior de la cabina de una manera cómoda y segura. En este
sentido, en el 63,7% de las viviendas colectivas que cuentan con elevador no
existen problemas con el espacio de acceso. Además, en el 85,9% de los casos la
anchura de la puerta permite un paso holgado. Un 74,8% de estos ascensores incorporan
sistema de apertura automática de puertas. En cuanto a la botonera interior, en
el 79,7% es cómoda de usar (teniendo en cuenta exclusivamente la altura), y en
un 45,9% incorpora información en braille.
También es destacable que casi un
10% de los encuestados no saben/no contestan, debido a que es un detalle que
pasa desapercibido al no ser de utilidad para ellos. Otro de los aspectos
analizados es la existencia de un sistema sonoro que indique, al menos, a qué
planta llega el ascensor. Esto facilita la orientación y complementa la
información digital existente en la cabina. En un 16,8% de los ascensores está
instalado este sistema. En cuanto a las dimensiones interiores de la cabina, en
un 53,8% de ellos se puede llevar cómodamente el cochecito de bebé o podría ser
utilizado por una persona usuaria de silla de ruedas.
La carga en brazos cuatro veces al día para ir al colegio
Rebeca y
su hija Sheila son algunas de esas personas a quienes la instalación de un
ascensor les daría la vida. Ambas viven en el barrio de la Malvarrosa de
Valencia, en un quinto piso sin ascensor, y pese a que lleva años intentando
que se instale, siempre se ha encontrado con la oposición de la mayoría de sus
vecinos.
Aquejada de espina bífida, la niña tiene 12 años y pesa 45 kilos:
"Llevo años subiéndola y bajándola en brazos cuatro veces al día para que
pueda ir al colegio, pero ya no puedo más. Estoy fatal de la espalda y empiezo
a necesitar la ayuda de mi hermana". Según comenta Rebeca, hay veces que
debe dejarla sentada "en el suelo del rellano para descansar".
Su
economía tampoco ayuda. En abril del año pasado se vio obligada a cerrar su
negocio y al haber estado en régimen de autónomo, carece de prestación por
desempleo: "No me puedo ni plantear vender esta casa para comprarme otra
con ascensor, ya que resultaría más cara y lo mismo sucedería si la
alquilara".
Y es que, actualmente sus únicos ingresos son los 286 euros
que cobra por la dependencia de su hija, una ayuda que además le redujeron casi
a la mitad hace dos años. Rebeca no es la única damnificada de la ausencia de
ascensor en su edificio. Asegura que en enero "un vecino que lleva 40 años
allí se cambiará de casa porque ya no puede subir las escaleras".
Pero si en la mayoría
de los edificios antiguos existen barreras arquitectónicas, los nuevos
residenciales que se construyen con zonas comunes tampoco son una
excepción. El estudio de la ONCE recoge que solo el 24% de las
edificaciones disponen de estos elementos comunes, tales como jardín,
piscina o zona de juegos infantiles, y en el 39,6% de ellas las puertas
de acceso son demasiado pesadas o no tienen la anchura suficiente.
Otro de los inconvenientes es la existencia de escalones sueltos que
pueden suponer un obstáculo para la deambulación. Esta circunstancia se
presenta en el 41,1% de los casos. En este sentido, tan solo un 10,4% de
las comunidades disponen de una rampa alternativa o una plataforma
elevadora para salvar los escalones encontrados al paso en los
itinerarios. Así pues, pese a los innegables avances, los datos
demuestran que España aún está a años luz de llegar a ser un país con
igualdad de oportunidades en materia de accesibilidad.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2635499/0/discapacitados-discapacidad/presos/casas-espana/#xtor=AD-15&xts=467263
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Pero si en la mayoría de los edificios antiguos existen barreras arquitectónicas, los nuevos residenciales que se construyen con zonas comunes tampoco son una excepción. El estudio de la ONCE recoge que solo el 24% de las edificaciones disponen de estos elementos comunes, tales como jardín, piscina o zona de juegos infantiles, y en el 39,6% de ellas las puertas de acceso son demasiado pesadas o no tienen la anchura suficiente.
Otro de los inconvenientes
es la existencia de escalones sueltos que pueden suponer un obstáculo para la
deambulación. Esta circunstancia se presenta en el 41,1% de los casos. En este
sentido, tan solo un 10,4% de las comunidades disponen de una rampa alternativa
o una plataforma elevadora para salvar los escalones encontrados al paso en los
itinerarios. Así pues, pese a los innegables avances, los datos demuestran que
España aún está a años luz de llegar a ser un país con igualdad de
oportunidades en materia de accesibilidad.
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