Nerea Goikoetxea, alumna de Sarriko en silla de ruedas, denuncia en YouTube el “pésimo” funcionamiento del Servicio de Atención a Personas con Discapacidad
Bilbao- Necesita contarlo para evitar que otras personas en su misma situación vivan lo mismo. La estudiante de Sarriko Nerea Goikoetxea ha denunciado a través del canal YouTube el “pésimo funcionamiento del Servicio de Atención de Personas con Discapacidad de la UPV/EHU. “Llevo cuatro años en la universidad y cada vez que he tenido que ir al baño he tenido que llamar a la auxiliar de otra persona con discapacidad de la uni o tirar de la confianza de mis compañeros. Así no se puede”, denuncia.
Su queja no ha caído en saco roto. De hecho, mañana mismo, el decano de Sarriko se reunirá con ella. “Me han comunicado que quiere verme para hablar del servicio y de lo que me sucede y la verdad es que se lo agradezco”, asegura la estudiante. Lo cierto es que también quiere aclarar que su crítica no se dirige a la universidad sino a la gestión del servicio. Por ello, asegura que su facultad ha realizado correctamente la petición y afirma con rotundidad que siempre ha contado con el apoyo de la vicedecana del alumnado, persona que, además, le ha ayudado a realizar las reclamaciones. “Mi crítica es a la gestión del servicio que atiende casos de personas con discapacidad en la UPV que es nefasto”, dice la estudiante.
Nerea tiene una discapacidad física por lo que precisa de la ayuda de una grúa cuando tiene que acudir al baño. Así, explica que no la han instalado hasta este año y que tampoco ha contado con el apoyo de una auxiliar asignada para cubrir sus necesidades. “Mi desgracia es que tengo una necesidad puntual, solo cuando tengo que ir al baño. No puedo con mi peso para poder trasladarme de la silla al baño. Por eso no han considerado que necesitaba de una persona que me ayudase”.
Hace cuatro años, Nerea, a través de su facultad, puso en conocimiento del Servicio de Atención a Personas con Discapacidad de la UPV-EHU las necesidades que tenía. “Conté lo que me pasaba antes de matricularme. Lo lógico es que si no pueden cubrir esa necesidad que me lo digan”, explica la joven. Y como su ayuda era algo puntual, decidieron “no asignarme una auxiliar”. Durante todo este tiempo Nerea se ha arreglado con las dos profesionales que ayudan a otras personas con discapacidad de la universidad. “Tenía que coordinarme con las clases y turnos de las otras dos personas para ir al baño. Ellas tienen que atender a esas personas y a mí me lo hacían como un favor”, explica. En este sentido, la joven estudiante de cuarto curso de grado superior de Derecho afirma estar agradecida a las dos auxiliares que siempre que ha necesitado han estado ahí para ayudarla. “Solo tengo palabras de agradecimiento”, puntualiza.
15 kilosSegún el protocolo de las personas auxiliares, estas no pueden coger más de 15 kilos de peso. Por esa razón se decidió instalar una grúa en uno de los baños de la universidad para evitar que estas auxiliares tuviesen que coger peso. Sin embargo, cuando parecía que todo iba a solucionarse antes del comienzo del curso una de las auxiliares comunicó a Nerea que estaba embarazada y que no iba a poder prestarle el servicio hasta que se instalara la grúa. “Dos semanas antes de empezar el curso me llaman para decirme que no han encontrado a nadie y que, durante la primera semana, pueden ayudarme mis compañeros”, recuerda. Pero no fue una semana. Nerea tuvo que tirar de la confianza de sus amigos más de un mes hasta que finalmente instalaron la grúa. “¿Es normal que en el siglo XXI tengamos que estar así? Lo cuento y no me creen”. En el servicio le comunicaron que la instalación de la grúa en uno de los baños de la facultad (hay dos edificios) tardaría al menos cinco semanas. Finalmente, después de pasar un mes y trece días sin auxiliar y sin grúa recibió una llamada en la que le comunicaron que habían considerado contratar a alguien.
“Me hizo mucha gracia que me dijeran que habían considerado contratar a alguien después de cuatro años así”, comentó. Pero eso sí, según explica, le solicitaban que especificase “la hora exacta en la que iba a precisar ir al baño, y si tenía que ir antes o después... no tenía más remedio que aguantarme”, asegura.
Finalmente, la grúa ya ha sido instalada, pero los problemas de Nerea para ir al baño con libertad no han terminado. El arnés instalado en la estructura no se ajusta al cuerpo de la estudiante y ahora necesita de dos auxiliares también para que se lo coloquen. “Ahora tengo menos libertad. Entiendo que la grúa quita de realizar esfuerzos a las auxiliares, pero ahora no puedo bajarme la ropa como antes. Con la grúa me lo tienen que hacer todo. Es totalmente surrealista”, reflexiona.
Nunca imaginó que sería tan complicado. Sin embargo, tiene claro que ella va a seguir adelante con sus seis años de carrera. “Si piensan que me voy a rendir, lo tienen claro”, lanza con valentía. Y añade: “Me cuesta entenderlo. ¿Si se encargan de ello por qué no lo atienden como es debido?”.
Las barreras arquitectónicas no pueden impedir el desarrollo vital de una persona solo por tener una discapacidad. En la universidad de Gasteiz existe un caso parecido de otra estudiante que también lo denunció. “Si después de cuatro años no he contado es porque creo que es tiempo suficiente para que este tipo de situaciones se solucionen y se les ponga fin. Una persona no puede estar pidiendo a un compañero que le ayude al baño, o aguantándose hasta que alguien venga. Eso es vergonzoso. Espero que con esto se solucione y no le ocurra a nadie más”.
https://www.deia.eus/2018/11/18/bizkaia/he-estado-mas-de-un-mes-pidiendo-a-mis-companeros-que-me-ayuden-a-ir-al-bano
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