Si una prominencia ósea y la superficie de la piel se aplastan entre ellas, aparecen heridas crónicas que afectan decisivamente al estado físico de los mayores que las sufren, ya sea en el hospital, en casa o en una residencia
Son muchas las enfermedades que, cuando afectan a los mayores, les
exigen pasar una temporada de reposo en cama. Ya sea en el hospital, el
domicilio o en una residencia, durante ese tiempo, están expuestos a un enemigo silencioso: las úlceras por presión (UPP),
unas heridas que suelen aparecer en las caderas, los talones y la
región sacra y que se producen como consecuencia del aplastamiento entre
una prominencia ósea y la superficie externa de la piel.
Como cabe esperar, no todas las úlceras de este tipo son iguales. Para J. Javier Soldevilla,
director del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras
por Presión (Gneaupp) y vicepresidente de la Sociedad Iberoamericana
sobre Úlceras y Heridas (Silauhe), la clave para la curación está en la paciencia y profesionalidad.
“Las úlceras por presión son heridas crónicas, y con ello, de escasa
tendencia a cicatrizar de forma espontánea, especialmente en personas
frágiles. De ahí la necesaria paciencia ante procesos largos”, explica.
Por otro lado, es imprescindible que el personal sanitario interprete
adecuadamente las etapas por las que pasan estas heridas, así como las
modificaciones que exige cada una de estas fases en lo que a tratamiento
se refiere.
J. Javier Soldevilla: "En muchas ocasiones, estamos en condiciones de prevenir más de un 95% de casos de úlceras por presión"
Tras realizar un diagnóstico exhaustivo de las características de la úlcera, el proceso de curación requiere una serie de medidas,
tales como movilizar al paciente, utilizar superficies especiales para
el manejo de la presión o la intervención nutricional. “Hoy se dispone
de centenares de materiales de cura avanzada, mayoritariamente, apósitos
desarrollados bajo el principio de la cura en ambiente húmedo”, afirma
el doctor, quien añade que en los últimos años han nacido dispositivos
para el manejo de situaciones más complejas, como la terapia de presión
negativa o la larvaterapia, entre otras.
“El
éxito de la curación”, indica Soldevilla, “tiene que ver con tres
grandes directrices: la puesta en marcha de las citadas medidas
generales, la elección adecuada de materiales de cura local y el estado
global del paciente”. Para este último factor, el nivel afectivo de la familia “es un aliado de primer nivel,
insustituible y del que habitualmente nos olvidamos. Ellos dan la
oportunidad de que una herida crónica se cierre o se eternice”.
DE VUELTA A CASA
También
será la familia quien se encargue de realizar las curas del paciente
una vez reciba el alta. Pero muchas veces, la herida comienza a
desarrollarse en casa.
La doctora Blanca Torres Moreno,
facultativo especialista de área del Hospital Insular de Lanzarote,
señala que muchos casos de úlceras por presión se pueden detectar en el
domicilio. “La persona que realiza la higiene del paciente inmovilizado
es la que tiene más facilidad para descubrirlas, al encontrarse en el
baño un enrojecimiento en una zona de riesgo. Si al apoyar el dedo el
enrojecimiento desaparece, es de vital importancia empezar con medidas
de prevención. Si no desaparece, lo adecuado sería contactar con el
centro de salud para que realice un tratamiento controlado y con
seguimiento según evolución”.
Entre otras
recomendaciones, la doctora Torres Moreno recomienda a las familias de
los pacientes con úlceras por presión que les cambien de postura cada tres horas, aumentar la ingesta proteica (carnes, pescados, lácteos e incluso preparados comerciales si fuera necesario), así como utilizar dispositivos antiescaras, como colchones de aire o cojines de silicona para sillas de ruedas.
Las superficies antiescaras, las grandes aliadas
MÁS VALE PREVENIR QUE CURAR
Cuando se trata de úlceras por presión, este famoso refrán se puede entender de forma literal. Según datos de Gneaupp, tratar
una de estas heridas cuesta más de 46 euros diarios por paciente,
mientras que prevenirla no costaría más de 1,7 euros al día.
El
hecho de que las úlceras por presión continúen siendo un problema
depende del “interés de las autoridades competentes y el presupuesto que
dispongan para la atención a mayores y dependientes”, señala la doctora
Torres. “Además, el personal de los servicios de atención a mayores
tendría que ser más abundante, vocacional y mejor formado”.
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