La polémica suscitada por la relación entre Pablo Echenique y su
asistente personal nos lleva a hablar de la falta de regulación laboral
en este colectivo.
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Los recortes a la Ley de Dependencia acumulados ascienden, según el último Dictamen del Observatorio de Dependencia, a 2.865 millones de euros.
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Iñaki Martínez presidente de ASAP y asistente personal explica que las condiciones de trabajar en negro están a la orden del día en el colectivo, actualmente es “una profesión de paso por las condiciones laborales”.
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Los recortes a la Ley de Dependencia acumulados ascienden, según el último Dictamen del Observatorio de Dependencia, a 2.865 millones de euros.
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Iñaki Martínez presidente de ASAP y asistente personal explica que las condiciones de trabajar en negro están a la orden del día en el colectivo, actualmente es “una profesión de paso por las condiciones laborales”.
El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique
Ante lo ocurrido con la polémica sobre Pablo Echenique
me dispongo a dar mi opinión más allá de los 140 caracteres que me
permite Twitter.
Sí me gustaría, antes de seguir
estas líneas, apoyar a todos los asistentes personales que se encuentran
en una situación precaria, fruto de la crisis en la que estamos
inmersos y de la falta de voluntad política (pasada por agua y dos
reformas laborales).
Por otro lado, mi respeto y apoyo al que fue, junto con
Raúl Gay, creador de este blog, y que ha recibido todo tipo de insultos y
juicios sobre su persona durante estos días, cuando él mismo pidió
perdón aun cumpliendo con la legalidad y sin estar obligado a pagar la
Seguridad Social de su asistente, con el que, además, tenía una gran
relación. No entraré en la ética o la legitimidad, porque no me
considero quien para cuestionar a nadie ni es este el espacio para ello.
Para los que quieran conocer de primera mano lo ocurrido tienen aquí este artículo y su propia explicación al respecto.
Por resumir, se le achaca a Pablo Echenique contar con los servicios de
un asistente personal durante 30 horas al mes y cometer la presunta
irregularidad de no regularizar la situación del empleado. Según Rafael
Gordillo, profesor de Derecho del Trabajo, todo parace indicar que la
relación entre Pablo y su asistente nunca estuvo bajo el ámbito de
aplicación del Estatuto de los Trabajadores.
Es una
pena que hayan intentado cortar la cabeza a Pablo Echenique por
intereses partidistas o por la supuesta ética que se suele exigir en el
ojo ajeno, No obstante, ha sido positivo a la hora de sacar a la luz una
figura bastante olvidada: el asistente personal. Como ha dicho el mismo
Echenique, esta es una oportunidad que nos brinda hablar de “la
dependencia y denunciar la injusta y dolorosa situación a la que una
clase política al servicio de los privilegiados ha condenado a millones
de dependientes y sus familias en nuestro país”.
Ahora que por fin ha interesado el tema, de rebote, vamos a hablar de
ello. Toda la polémica suscitada es una gran y estupenda excusa para
hablar de lo que no interesa. Porque la realidad es que tras los
brutales recortes en la Ley de Dependencia, “nuestro sistema obliga, por
tanto, a que yo y cientos de miles de dependientes tengan que ser
obligatoriamente asistidos por sus familiares, sin derechos y
esencialmente gratis”, denunciaba Echenique en su explicación.
Si he escrito estas líneas es para que nos lleve a reflexionar y dar un
paso adelante hacia los derechos de las personas con diversidad
funcional así como a sus asistentes personales. Para empezar, la
asistencia personal debería ser un derecho humano y por tanto, gratuito y
universal pagado por todos.
La precariedad laboral de los asistentes personales
Iñaki Martínez, presidente de la Asociación Española de
Asistencia Personal (ASAP) y asistente personal, explica que las
condiciones de trabajar en negro están a la orden del día en el
colectivo, que actualmente es “una profesión de paso por las condiciones
laborales”. Por tanto, desde ASAP consideran necesaria una regulación laboral y una formación adecuadas en su colectivo.
El asistente personal es una figura de apoyo para que las personas con
diversidad funcional “sean libres de vivir, de equivocarse, de ser
independientes y que tiene el lugar de trabajo la vida de otra persona
sin ser un espacio físico concreto”, explica Iñaki. “Para desempeñar ese
trabajo hay que tener unos conocimientos y es una profesión compleja y
es necesaria una regulación contando con los propios asistentes”.
“Lo que hay actualmente es un escenario de supervivencia entre
asistentes personales y personas con diversidad funcional”, prosigue
Iñaki. La cuestión es que “se está empezando a aceptar como normal este
funcionamiento, y ese es el especial problema, porque es algo
generalizado. Es el momento de cambiar de escenario para que sea de
derechos garantizados para ambas partes”.
Por otro
lado, es necesario que la contratación de los asistentes personales no
sea tan precaria ni fuera del sistema económico. La realidad de nuestro
país es que tal y como argumentó Echenique "mucha gente humilde", como
el caso de su asistente, se ve empujada a "participar de la economía
sumergida".
Ley de dependencia: una quimera
La falta de financiación y de voluntad política ha hecho
fracasar una ley insuficiente que debía ser el embrión del cuarto pilar
del estado del bienestar. Por tanto, si queremos sacar algo en claro de
todo ello, es más preciso revisar la regulación laboral y de seguridad
social aplicable a las personas que realizan este tipo de prestaciones.
La realidad es que un total de 1.180.435 personas está en situación de
dependencia reconocida en España lo que supone que el 2,5% de la
población. Los recortes a la dependencia acumulados ascienden, según el último Dictamen del Observatorio de Dependencia, a 2.865 millones de euros.
Como explica la Federación de Vida Independiente FEVI, “cada vez se
hace más evidente la necesidad de disponer de una norma estatal para la
provisión de asistencia personal, desligada de la mal llamada «Ley de
Dependencia», que cumpla lo estipulado en la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad”.
Prosigue FEVI, “la realidad es que en España existen otros
«pablosechenique» poco afortunados, con unas prestaciones precarias (…)
sin acceso al mercado de trabajo, beneficiarios de una pensión no
contributiva escasa… Esto aboca a estas personas a contratar asistencia
personal al margen del mercado regular de trabajo o a recibir apoyos de
la familia”. La realidad es que más de 125.000 personas han fallecido en los últimos cuatros años sin llegar a recibir las atenciones a las que tienen derecho, según la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales
Los cuidados son de las mujeres
Algo también curioso y digno de destacar por toda la
polémica suscitada es que ninguna de las críticas se ha basado en
preocuparse en la carga que reciben miles de mujeres –y algunos hombres-
que hacen frente a las tareas del hogar y al cuidado de las personas
con dependencia, tarea que además requiere de una formación previa. Se
ha hecho mucho énfasis en los derechos de la clase trabajadora, pero
poco se ha hablado de la madre o la mujer de Pablo que se han hecho
cargo de los cuidados del mismo durante mucho tiempo. Ni que decir tiene
que los derechos de los trabajadores/as son para todas y no sólo para
los que trabajan por cuenta ajena o fuera del hogar. Muchas deberían recibir ayudas por parte del Estado por los cuidados que asumen mientras se regula la figura de la asistencia personal.
Quizá la falta de ética o legitimidad que critican algunos con más o
menos acierto sobe Pablo y todo el revuelo montado nos haya servido a
todos para denunciar la situación en la que se encuentran las personas
con discapacidad, así como las que prestan sus cuidados.
La ética es para los otros. Esa misma ética que ahora se le exige al
político es la ética que echamos en falta los olvidados. Ojalá se
esmeren de la misma manera y exijan la igualdad para todas nosotras,
asistentes personales o personas con diversidad funcional. Y entonces
esa misma ética que ahora nos lapida a algunos sirva para que seamos
tratados de igual manera y no como ciudadanos de segunda.
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