El informe olvidado que sacó las vergüenzas a Franco
Una historiadora descubre en un cajón en Suiza un demoledor análisis de la sanidad franquista elaborado por la OMS en 196
El dictador Francisco Franco inaugura el Sanatorio Militar del Generalísimo, en la sierra madrileña, en 1949.EFE
Un día de 2010, la historiadora Rosa Ballester
se encontraba husmeando en los archivos de la Organización Mundial de
la Salud en la ciudad suiza de Ginebra, en busca de informes antiguos
sobre la poliomielitis en España. De pronto, entre la montaña de papeles
descoloridos, apareció un documento de 43 páginas mecanografiadas en
francés, con el título Informe sobre la organización de los
servicios sanitarios en España. Misión efectuada entre el 28 de
septiembre y el 15 de diciembre de 1967 por el doctor Fraser Brockington. Ballester se quedó con la boca abierta.
“Nadie conocía la existencia de este informe”, recuerda ahora.
“Brockington inventó la medicina social y fue una de las grandes figuras
de la salud pública en el siglo XX. Y nos descubrió las vergüenzas”,
relata la investigadora, de la Universidad Miguel Hernández de Elche.
Brockington, que había sido catedrático de Medicina en la Universidad de
Manchester, visitó España durante casi tres meses como consultor de la
OMS y logró un acceso inédito a los despachos que manejaban la sanidad
franquista. Su diagnóstico, una bofetada a la propaganda de la
dictadura, ve ahora la luz por primera vez, más de medio siglo después
de ser redactadoEl informe de 1967 denunciaba multitud de carencias. “Básicamente no
existen consultas de especialidad ni consultas para cuidado prenatal,
protección de la infancia, enfermedades venéreas y enfermedades
pediátricas más que en las capitales de provincia”, sostenía
Brockington. El médico también constataba “el fracaso de la Escuela
Nacional de Sanidad en lo que respecta a la formación y a la
investigación en Salud Pública” y alertaba del “desierto estadístico”
que impedía conocer el estado real de la sanidad en España. “Los
principios de la medicina social y preventiva”, escribía, “brillan por
su ausencia” El denominado Informe Brockington deja claro que el estado de
la sanidad española era “peor que el de muchos otros países en vías de
desarrollo”, según subraya el historiador Esteban Rodríguez Ocaña, que acaba de publicar la traducción del documento en la revista especializada Gaceta Sanitaria.
El expediente firmado por el médico británico era demoledor. Criticaba
que Franco todavía no hubiese creado a esas alturas un Ministerio de
Sanidad y que mantuviese descuartizadas las competencias en diferentes
ministerios: la Dirección General de Sanidad pertenecía al Ministerio de
Gobernación, pero la salud escolar dependía del Ministerio de
Educación, los hospitales de la Seguridad Social se desarrollaban bajo
la jurisdicción del Ministerio de Trabajo y la higiene ambiental recaía
en los ministerios de Vivienda y Obras Públicas
Fraser Brockington, en 1952.NPG
Era un caos con “efectos desastrosos”, según advirtió Brockington en
1967. “El escalón central se esfuerza poco o nada por coordinar su
política. No existe un diálogo habitual entre los distintos
ministerios”, alertaba. “Urge con premura resolver esta situación”.
Rodríguez Ocaña ha estudiado el origen de este embrollo organizativo.
Tras el fin de la guerra civil en 1939, las facciones del bando ganador
pelearon por repartirse el poder. Los militares católicos se hicieron
con el Ministerio de la Gobernación y su Dirección General de Sanidad.
Los falangistas, por su parte, se quedaron con el Ministerio de Trabajo y
con el Instituto Nacional de Previsión, desde el que continuaron el
programa de seguros sociales diseñado durante la República. El seguro
obligatorio de enfermedad se aprobó en 1942, dejando fuera a la gran
mayoría de los trabajadores del campo y a los desempleados. Con esta
cobertura sanitaria, "el trabajador ya no sería un pobre que debería
acogerse a la Beneficencia pública y vivir el rubor de ser hospitalizado
entre mendigos, sino que sería un soldado a quien la sanidad de su
ejército de paz atiende cuando ha sido baja en el servicio", aseguró en 1944 el ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco“La propaganda insiste en que el seguro de enfermedad lo inventó Franco,
pero la ley del seguro de enfermedad estaba en julio de 1936 admitida
en las Cortes. No se la inventaron los franquistas. Ya había fake news
entonces”, explica Rodríguez Ocaña, de la Universidad de Granada. Tras
el seguro de enfermedad se aprobaron el de vejez e invalidez, en 1947;
el de desempleo, en 1961; y todos ellos se unificaron en un sistema de
seguridad social en 1963, según relata Rodríguez Ocaña en su libro Salud pública en España. De la Edad Media al siglo XXI.Otros expertos ya han mostrado que la propaganda franquista no coincidía
con la realidad, como constató Brockington en 1967. “Los hechos no
encajan con el interés mediático mostrado por la dictadura hacia el
problema sanitario”, señalan la historiadora Jerònia Pons y la economista Margarita Vilar en su libro El seguro de salud privado y público en España. Su análisis en perspectiva histórica,
publicado en 2014. “La partida de presupuestos destinados a la
Dirección General de Sanidad como porcentaje del presupuesto total del
Estado permaneció estancada entre 1943 (1,05%) y 1958 (1,02%)”, apuntan
las autoras.
Primera página del 'Informe Brockington'.Esteban Rodríguez Ocaña
“Las recomendaciones de Brockington se quedaron en un cajón”, lamenta
Rodríguez Ocaña. En 1936, el Ministerio de Sanidad era una bandera
enarbolada por la República. La anarquista Federica Montseny había
cogido las riendas del gabinete, convirtiéndose en la primera mujer
ministra de un Gobierno español. Pero todo desapareció con la guerra
civil. El Ministerio de Sanidad no se recuperó hasta 1977, dos años
después de la muerte del dictador.
Durante su estancia en España, Brockington dispuso de un despacho en
la Dirección General de Sanidad, en Madrid. Desde allí, viajó por varias
provincias españolas para obtener información de primera mano. En su
informe, el experto también denunciaba el pluriempleo de los médicos
españoles. Rodríguez Ocaña ha encontrado unas notas autobiográficas en
los archivos de la Universidad de Manchester en las que Brockington
recuerda asombrado que el director de la Escuela Nacional de Sanidad,
Valentín Matilla, compaginaba su empleo con otros 16 cargos. “Esa no era
manera de trabajar”, sentencia el historiador. Rodríguez Ocaña y Ballester sí reconocen algunas mejoras llevadas a cabo
por el régimen franquista, como la erradicación de la malaria y la
disminución de la mortalidad infantil. Antes de la guerra civil, entre
1930 y 1934, de cada 1.000 nacidos vivos morían 120 niños antes de
cumplir un año, frente a los 80 de Francia. El número fue cayendo
durante la dictadura, llegando a 70 en 1950 (52 en Francia) y a 28 en
1970 (15 en Francia), según los estudios de la socióloga Rosa Gómez RedondoBallester pone el foco en el “desierto estadístico” que confirmó
Brockington. “Ni siquiera había estadísticas. ¿Cómo iban a actuar las
autoridades?”, reflexiona Rosa Ballester. “En el caso de la polio, había
niños pequeños que quedaban paralíticos o no podían respirar. Cuando
algunos de los gerifaltes españoles acudían a congresos internacionales
presumían de contar con respiradores, los llamados pulmones de acero, en
todas las provincias, pero cuando venían los observadores de la OMS
veían que había tan pocos aparatos que los médicos tenían que elegir qué
niño moría y cuál vivía”.https://elpais.com/elpais/2018/07/05/ciencia/1530792287_881383.html?id_externo_rsoc=FB_CC
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