Presidente de la asociación Cota Cero de afectados por la polio
Javier García Fuentes
Javier García es presidente de Cota Cero, una
asociación nacional de afectados por la polio nacida en 2015. Persona
activa donde las haya, este conquense reside en Córdoba desde los 17
años. Aquí se casó, fue padre y desarrolló su labor profesional en la
banca. Ahora trabaja en esta ciudad para conseguir que los enfermos de
polio de las décadas de los 50 y 60 sean reconocidos como víctimas del
franquismo en la Ley de la Memoria Democrática que tramita el Gobierno.
Explíqueme qué les ha llevado a solicitar que los enfermos de
polio sean reconocidos como víctimas del franquismo en la Ley de la
Memoria Democrática.
La Ley de Memoria Democrática se hace para reconocer y resarcir a las
personas que hayan sido víctimas de la represión o la tortura. Nosotros
decimos que somos víctimas del franquismo porque en España, aunque
siempre ha habido polio y del último caso del que se tienen datos es de
1988, entre 1955 y 1963 la vacuna de Jonas Salk ya estaba disponible
tanto en Europa como en Estados Unidos y se estaban haciendo campañas
masivas de vacunación, pero en España se negaba la mayor. Aquí se decía
que no había pandemia ni afectados. Es más, en 1958 España organizó el
5º simposium internacional sobre polio y en aquel momento Juan Bosch
Marín, que era el especialista y el que abanderaba el equipo español,
dijo textualmente, y así lo recogen los medios de comunicación del
momento, que en España no había pandemia de polio y que si había algún
caso era tan pírrico que no tendría ni reflejo en las estadísticas. Eso
contravenía absolutamente la verdad porque en ese momento había miles de
afectados y miles de fallecidos.
¿Cuándo llegó a España la vacuna?
Después de ese simposium se autorizó por primera vez el traer una
remesa de vacunas, pero en el ámbito privado. El gobierno de la época se
vanagloriaba de que habían vacunado a un millón de niños, pero lo que
no decía era que éramos tres millones de niños. A los que se vacunó fue a
los próximos al régimen o a personas con recursos económicos. Por
limpiarse un poco la cara decían también que vacunaron a los «pobres de
solemnidad», los que estaban inscritos en la beneficencia municipal,
pero esos fueron los menos.
¿Y por qué no se vacunaron más?
Cada pinchazo costaba 9 pesetas y eran tres vacunas inyectables. El
proceso de vacunación eran 27 pesetas por niño y el precio fue una de
las causas por las que mucha gente no pudo acceder a las vacunas.
También por la falta de publicidad porque prácticamente nadie sabía que
esa vacuna estaba ahí. En cualquier caso, no se vacunó ni a un tercio de
los que necesitábamos la vacuna.
Con lo cual siguieron subiendo los contagios.
Evidentemente. No se corrigió y los índices de contagio no bajaron y
fueron incrementándose hasta noviembre de 1963, que fue cuando el
gobierno vio que era insostenible y empezaron con campañas de
vacunación. Pero después de esa primera campaña se relajaron los medios
técnicos, humanos y económicos y, tras el éxito inicial, en el 69 hubo
un rebrote importante e infinitamente más significativo que en el resto
de Europa, incluido Portugal, que también tenía un régimen dictatorial.
También hubo casos de niños que enfermaron con la vacuna.
La vacuna inyectable tenía un problema y la recomendación era que no
se aplicara en época estival porque como había que mantenerla por debajo
de 4 grados era muy fácil que se rompiera la cadena del frío. Pero se
hizo y esa fue una de las causas de que muchos de los que se vacunaron y
no estaban enfermos de polio contrajeran la enfermedad. Después ya vino
la vacuna líquida de Sabin, que no necesitaba tanto personal para ser
dispensada y, sobre todo, que no tenía esos problemas de conservación.
Esa atajó muy bien la pandemia. Por todo eso decimos que somos víctimas.
Las leyes base de sanidad de 1944 garantizaban la sanidad y el
bienestar de todos los ciudadanos, pero en nuestro caso se incumplió
flagrantemente. Y no solo no se cumplió sino que nos ocultaron y se
ocultó la verdad.
Usted se contagió de polio. ¿Qué tratamientos médicos tuvo?
Una de las consecuencias de la polio es la parálisis en brazos o
piernas. Algunos niños eran recluidos en instituciones sanitarias, como
el hospital de San Juan de Dios en Madrid, que fue una referencia
nacional en este tema, y muchos de nosotros estuvimos allí hasta tres
años. Nos sometieron a operaciones quirúrgicas de forma recurrente y
sistemática y, lo más grave de todo, sin consentimiento paterno. Nos
tenían como conejillos de indias y éramos niños. Los propios médicos no
tenían ni idea de lo que era la polio y con nosotros lo que hacían era
practicar el sistema de prueba y error.
¿Qué edad tenía por aquel entonces?
Estuve ingresado entre los 4 y 7 años, más o menos, y hubo compañeros
míos que estuvieron más. Yo tengo registradas 17 intervenciones
quirúrgicas en mi pierna, supuestamente para mejorarme las secuelas de
la polio, pero evidentemente la pierna nunca me ha funcionado porque una
de las características de la polio es que los músculos dejan de
funcionar porque afecta al sistema nervioso, y la pierna no se
desarrolla, se queda encogida y no crece. Por eso también somos víctimas
del franquismo y por eso queremos estar en la Ley de Memoria
Democrática y que se nos reconozca lo mismo que a otros colectivos, como
el gay o el gitano, que ya sí que están incluidos en el anteproyecto de
ley.
¿Qué movimientos han hecho en este sentido?
Estamos en contacto con el gabinete de Vicepresidencia del Gobierno
de Carmen Calvo y esperamos que ahora en el Congreso, que se va abrir un
proceso de alegaciones, podamos introducir que el colectivo de enfermos
de polio fuimos represaliados del franquismo y que también merecemos
reconocimiento y reparación. En cualquier caso, hemos tenido distintas
reuniones porque queremos hablar de este tema con todos los grupos
políticos; esto no es una cosa de partidos, evidentemente. Queremos que
también se nos reconozca que fuimos torturados, porque yo lo recuerdo
como una tortura constante.
¿Cuántas víctimas de polio hubo?
Todo está bajo un tupido velo porque hubo una censura tremenda con
estos temas y si te vas a los medios de comunicación de la época apenas
verás nada sobre la polio. Pero según el profesor de Historia de la
Medicina Juan Antonio Rodríguez Sánchez, que ha hecho un trabajo
extraordinario sobre la polio, fuimos aproximadamente unos 30.000
infectados y 2.000 fallecidos. Pero hay que recordar que no todos los
afectados acudieron a instituciones sanitarias y esos no están
registrados.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. ¿Lo tienen ahora más fácil?
Hoy en día tenemos una dificultad extrema para acceder a productos
ortoprotésicos, como sillas de rueda, aparatos o corsés que necesitamos
para tener una vida más o menos en igualdad de condiciones del resto de
las personas. Quizá lo tenemos por una falsa o mala interpretación de la
eficacia en la gestión de recursos y este tema sanitario habría que
verlo de otra manera, porque afecta a nuestros derechos fundamentales.
Por cierto, ¿algo que decirle a los ‘antivacunas’?
Que ojalá a mí me hubieran vacunado en el 61, cuando nací, porque
cogí la polio a los seis meses y medio, como la mayoría de nosotros, y
hemos tenido una vida difícil.
https://www.diariocordoba.com/noticias/cordobalocal/javier-garcia-queremos-reconozca-victimas-franquismo_1395391.html?fbclid=IwAR3dJMZbrqQbpnbc1Ldfubrxn8rPpb8cfnawoX7QhtsBmV8bGCvHJU3IIoM
Javier García es presidente de Cota Cero, una asociación nacional de afectados por la polio nacida en 2015. Persona activa donde las haya, este conquense reside en Córdoba desde los 17 años. Aquí se casó, fue padre y desarrolló su labor profesional en la banca. Ahora trabaja en esta ciudad para conseguir que los enfermos de polio de las décadas de los 50 y 60 sean reconocidos como víctimas del franquismo en la Ley de la Memoria Democrática que tramita el Gobierno.
Explíqueme qué les ha llevado a solicitar que los enfermos de polio sean reconocidos como víctimas del franquismo en la Ley de la Memoria Democrática.
La Ley de Memoria Democrática se hace para reconocer y resarcir a las personas que hayan sido víctimas de la represión o la tortura. Nosotros decimos que somos víctimas del franquismo porque en España, aunque siempre ha habido polio y del último caso del que se tienen datos es de 1988, entre 1955 y 1963 la vacuna de Jonas Salk ya estaba disponible tanto en Europa como en Estados Unidos y se estaban haciendo campañas masivas de vacunación, pero en España se negaba la mayor. Aquí se decía que no había pandemia ni afectados. Es más, en 1958 España organizó el 5º simposium internacional sobre polio y en aquel momento Juan Bosch Marín, que era el especialista y el que abanderaba el equipo español, dijo textualmente, y así lo recogen los medios de comunicación del momento, que en España no había pandemia de polio y que si había algún caso era tan pírrico que no tendría ni reflejo en las estadísticas. Eso contravenía absolutamente la verdad porque en ese momento había miles de afectados y miles de fallecidos.
¿Cuándo llegó a España la vacuna?
Después de ese simposium se autorizó por primera vez el traer una remesa de vacunas, pero en el ámbito privado. El gobierno de la época se vanagloriaba de que habían vacunado a un millón de niños, pero lo que no decía era que éramos tres millones de niños. A los que se vacunó fue a los próximos al régimen o a personas con recursos económicos. Por limpiarse un poco la cara decían también que vacunaron a los «pobres de solemnidad», los que estaban inscritos en la beneficencia municipal, pero esos fueron los menos.
¿Y por qué no se vacunaron más?
Cada pinchazo costaba 9 pesetas y eran tres vacunas inyectables. El proceso de vacunación eran 27 pesetas por niño y el precio fue una de las causas por las que mucha gente no pudo acceder a las vacunas. También por la falta de publicidad porque prácticamente nadie sabía que esa vacuna estaba ahí. En cualquier caso, no se vacunó ni a un tercio de los que necesitábamos la vacuna.
Con lo cual siguieron subiendo los contagios.
Evidentemente. No se corrigió y los índices de contagio no bajaron y fueron incrementándose hasta noviembre de 1963, que fue cuando el gobierno vio que era insostenible y empezaron con campañas de vacunación. Pero después de esa primera campaña se relajaron los medios técnicos, humanos y económicos y, tras el éxito inicial, en el 69 hubo un rebrote importante e infinitamente más significativo que en el resto de Europa, incluido Portugal, que también tenía un régimen dictatorial.
También hubo casos de niños que enfermaron con la vacuna.
La vacuna inyectable tenía un problema y la recomendación era que no se aplicara en época estival porque como había que mantenerla por debajo de 4 grados era muy fácil que se rompiera la cadena del frío. Pero se hizo y esa fue una de las causas de que muchos de los que se vacunaron y no estaban enfermos de polio contrajeran la enfermedad. Después ya vino la vacuna líquida de Sabin, que no necesitaba tanto personal para ser dispensada y, sobre todo, que no tenía esos problemas de conservación. Esa atajó muy bien la pandemia. Por todo eso decimos que somos víctimas. Las leyes base de sanidad de 1944 garantizaban la sanidad y el bienestar de todos los ciudadanos, pero en nuestro caso se incumplió flagrantemente. Y no solo no se cumplió sino que nos ocultaron y se ocultó la verdad.
Usted se contagió de polio. ¿Qué tratamientos médicos tuvo?
Una de las consecuencias de la polio es la parálisis en brazos o piernas. Algunos niños eran recluidos en instituciones sanitarias, como el hospital de San Juan de Dios en Madrid, que fue una referencia nacional en este tema, y muchos de nosotros estuvimos allí hasta tres años. Nos sometieron a operaciones quirúrgicas de forma recurrente y sistemática y, lo más grave de todo, sin consentimiento paterno. Nos tenían como conejillos de indias y éramos niños. Los propios médicos no tenían ni idea de lo que era la polio y con nosotros lo que hacían era practicar el sistema de prueba y error.
¿Qué edad tenía por aquel entonces?
Estuve ingresado entre los 4 y 7 años, más o menos, y hubo compañeros míos que estuvieron más. Yo tengo registradas 17 intervenciones quirúrgicas en mi pierna, supuestamente para mejorarme las secuelas de la polio, pero evidentemente la pierna nunca me ha funcionado porque una de las características de la polio es que los músculos dejan de funcionar porque afecta al sistema nervioso, y la pierna no se desarrolla, se queda encogida y no crece. Por eso también somos víctimas del franquismo y por eso queremos estar en la Ley de Memoria Democrática y que se nos reconozca lo mismo que a otros colectivos, como el gay o el gitano, que ya sí que están incluidos en el anteproyecto de ley.
¿Qué movimientos han hecho en este sentido?
Estamos en contacto con el gabinete de Vicepresidencia del Gobierno de Carmen Calvo y esperamos que ahora en el Congreso, que se va abrir un proceso de alegaciones, podamos introducir que el colectivo de enfermos de polio fuimos represaliados del franquismo y que también merecemos reconocimiento y reparación. En cualquier caso, hemos tenido distintas reuniones porque queremos hablar de este tema con todos los grupos políticos; esto no es una cosa de partidos, evidentemente. Queremos que también se nos reconozca que fuimos torturados, porque yo lo recuerdo como una tortura constante.
¿Cuántas víctimas de polio hubo?
Todo está bajo un tupido velo porque hubo una censura tremenda con estos temas y si te vas a los medios de comunicación de la época apenas verás nada sobre la polio. Pero según el profesor de Historia de la Medicina Juan Antonio Rodríguez Sánchez, que ha hecho un trabajo extraordinario sobre la polio, fuimos aproximadamente unos 30.000 infectados y 2.000 fallecidos. Pero hay que recordar que no todos los afectados acudieron a instituciones sanitarias y esos no están registrados.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. ¿Lo tienen ahora más fácil?
Hoy en día tenemos una dificultad extrema para acceder a productos ortoprotésicos, como sillas de rueda, aparatos o corsés que necesitamos para tener una vida más o menos en igualdad de condiciones del resto de las personas. Quizá lo tenemos por una falsa o mala interpretación de la eficacia en la gestión de recursos y este tema sanitario habría que verlo de otra manera, porque afecta a nuestros derechos fundamentales.
Por cierto, ¿algo que decirle a los ‘antivacunas’?
Que ojalá a mí me hubieran vacunado en el 61, cuando nací, porque cogí la polio a los seis meses y medio, como la mayoría de nosotros, y hemos tenido una vida difícil.
https://www.diariocordoba.com/noticias/cordobalocal/javier-garcia-queremos-reconozca-victimas-franquismo_1395391.html?fbclid=IwAR3dJMZbrqQbpnbc1Ldfubrxn8rPpb8cfnawoX7QhtsBmV8bGCvHJU3IIoM
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