lunes, 5 de julio de 2021

Bob Pop: "Para mí es mucho más difícil ir por Madrid en silla de ruedas que como maricón"

 Entrevista con el escritor de 'Mansos' y autor de la serie 'Maricón Perdido'.

Bob Pop es único contando historias. Prueba de ello son sus propias palabras para expresar eso mismo: “Soy muy bueno haciéndote una figurita Lladró con una caca. La pinto, le pongo brilli-brilli y te hago la pastorcilla”. El escritor lo afirma entre risas en una conversación con El HuffPost unos días después de presentar Maricón Perdido (TNT) —serie creada por él y basada en su propia vida— y de que regrese a las librerías su novela Mansos (Alfaguara), libro que tiene también un papel protagonista en la serie.

“El cuarto capítulo de Maricón Perdido adapta Mansos a lo audiovisual y además me permito el lujo de cambiarle el final. Es como una especie de juego”, apunta. “La vida me da la oportunidad de buscar un final alternativo que para mí es muy político. Hay un bolsazo al fascismo y me parecía un ejercicio tan liberador y tan guay en este momento que me he quedado muy a gusto”.

Describe el libro como un “complemento perfecto” de la serie: “Yo creo que leída una y vista la otra, ahí me tienes en tu casa, sabes quién soy yo. Es como El Quijote de Bob Pop para el que lo quiera”. Y ambos están contados con su brilli-brilli, capaz de iluminar cualquier situación oscura.

La historia del libro —que supuso una despedida para él, un “hasta aquí hemos llegado, se acabó ser manso”—, transcurre en una sauna gay y en él cuenta toda su “experiencia emocional y corporal, incluso”: “Siento que ahora es el momento de firmarla como quien soy, como Bob Pop, que es una de las claves editoriales para mí de esto”.

Porque Bob Pop nació como Roberto Enríquez en el Madrid de 1971. Aunque hoy también es columnista, crítico y colaborador televisivo, siempre supo que quería ser escritor y ahora trabaja en una nueva novela. Su oficio no solo le ayuda a superar situaciones traumáticas —y tanto el libro como la serie recogen unas cuantas—, sino también las “muy aburridas”. “No sé qué llevo peor, si el horror o el aburrimiento”, vuelve a reír.

 Una sitcom mala para salir del armario

 

También tuvo siempre clara su orientación sexual: “No viví las salidas del armario como algo espectacular, lo tenía claro desde muy pequeño”. Su primera vez fue por nervios, su “suero de la verdad”. “Fue tal y como lo conté con Almodóvar y Andreu”, recuerda. A los 16 años, un compañero de colegio que le gustaba le invitó a un concierto de su adorado David Bowie. La madre de su amigo le recogió a él primero en coche y a él, que estaba al borde de un ataque de nervios por ir a ver a su ídolo, se le escapó que estaba enamorado del chico. “Se hizo un silencio en ese coche... era un féretro con ruedas”, bromeó en 2019 en Late Motiv, programa en el que colabora.

“La madre de mi amigo fue superdiscreta y muy simpática y muy bonica”, rememora ahora. El momento de contárselo a su propia madre sí lo recuerda “como una sitcom mala”: “Yo ya vivía con un novio que tenía entonces. Fui a casa de mis padres a comer y me contó que una prima mía resulta que se había separado de su marido y que seguían viviendo juntos, ’como Federico y tú”.

“Yo le dije ‘Mamá, Federico y yo llevamos dos años viviendo juntos y somos novios’. La respuesta de mi madre fue mirarme y decirme: ‘¿Que tú eres el novio de Federico? Qué mal gusto, hijo’. Y ahí quedó. Dije ’mamá, realmente no vales para telefilmes de sobremesa porque tienes muy poca épica”, relata.

El escritor cree que en su casa nunca lo entendieron del todo: “Lo que he aprendido de mi familia es a tenerlos lejos, que me parece la mejor forma de no sufrir. Igual que sabes que tú no cambias, sabes que los demás tampoco cambian”. Así, no es de extrañar que la serie refleje su adolescencia con una madre que visita pisos piloto para imaginarse otras vidas y con un padre autoritario del que ni siquiera muestra el rostro.

 

Bob Pop, en el Festival de Málaga, rodeado por Candela Peña y Carlos Bardem, que interpretan a sus padres, y por los dos actores que le dan vida en su adolescencia y juventud, Carlos González y Gabriel Sánchez.
 
“En mi caso he construido mi propia familia y eso me hace muy feliz”, sentencia. A lo que añade: “Hay un escritor norteamericano, que escribió una novela que se llama Historia de San Francisco, que diferencia entre la familia biológica y la familia lógica. Me parece una figura muy bonita”.
 

Qué diría Bob Pop a Roberto Enríquez

En la serie, se encuentra consigo mismo en esa adolescencia de incomprensión en el hogar y de acoso en la escuela. Si en la vida real Bob Pop pudiera realizar ese viaje en el tiempo, tendría tres consejos para su ‘yo’ del pasado: “Que disfrute todo lo que pueda, que se rodee de la gente que le quiera, que aprenda cuanto antes a decir la verdad y a decir quién es. Lo más importante es que a uno le traten como quien es de verdad. No hay nada peor que sentir que te están tratando como alguien que no eres. En muchas ocasiones la culpa ha sido mía por ocultarme, por miedo al rechazo. Ahí generas unos abismos entre los demás que te dejan muy solo”.

Es un mensaje similar daría a cualquier chaval que hoy en día esté se encuentre con dificultades o sufra rechazo por su orientación sexual. “La adolescencia es siempre una mierda, da igual que seas gay, hetero, no binario... en su caso puede ser a lo mejor un poquito más difícil. Le diría lo mismo que me diría a mí: que se rodee muy bien de gente porque al final los afectos son lo único que nos queda”, asegura.

En ese juego con el pasado, el escritor también se inventa una escena de un encuentro que nunca ha ocurrido entre el Roberto de su juventud y un excompañero del colegio: “Ha sido un ajuste que le he hecho yo a la vida para que fuera bonita y también mi forma de darle las gracias. Después de revisar toda esa época no quería ser injusto, no quería hacer creer que todo el mundo era hostil, sino que había gente que igual por rabia o por miedo no supe valorar”. “Curiosamente hace unas semanas me escribió para ver si nos veíamos, no me ha dado tiempo a avisarle de esta escena”, añade.

Heridas cerradas

Confiesa que ni se “regodea en el pasado” y que ni tiene “nostalgia” ni asuntos pendientes; estos últimos los resuelve en la ficción: “Es una historia de crecimiento, de identidad, de búsqueda de la voz, de la escritura, del propio yo y de la felicidad. Me ha parecido muy divertido pero cero traumático. Muchas heridas estaban cerradas... a ver, que también me he dejado mi pasta en terapia bastantes años, de algo tenía que servir”.

Una de esas heridas es la violación que sufrió de joven a punta de cuchillo en el madrileño parque de El Retiro. “Con el paso de los años creo que eso está superado pero no dejo de pensar en lo injusta que es la gente cuando juzga eso desde fuera sin entender nada de lo que sufre la víctima”, subraya. 

“Nadie tiene derecho a asumir cómo tiene que comportarse una víctima, cada uno reacciona de una manera diferente”, sentencia. Como relata, su primera reacción fue la euforia: “Eso es un disparate, pero vino porque estaba vivo, porque más allá de la agresión sexual yo temí por mi vida: tenía un cuchillo puesto en el cuello y pensé que en ese momento se acababa todo. Y cuando ves que no se acaba, sí, todo es una mierda, estás en pelotas, en medio de un parque, nadie te ayuda, pero estás vivo. Creo que ahí sí hubo un cambio en mi vida de decir 'que no se te olvide la euforia que te entró cuando supiste que estabas vivo, que eso te pase cada día”.

El escritor también impactó en 2019 al contar públicamente que tiene esclerosis múltiple. “Cuando escribo Mansos mi cuerpo funciona perfectamente. Releerlo ahora y publicarlo ahora me parece muy interesante porque también me enfrenta con los cambios de mi propio cuerpo”, cuenta el autor, ahora en silla de ruedas.

“Cuando los cuerpos no están averiados no valoramos un montón de actos físicos que creemos que son automáticos”, reflexiona. La enfermedad hace que ya no pueda escribir todo lo que le pasa por la cabeza, sino que tiene que “dosificarlo muy bien”.

 Homosexualidad, discapacidad y referentes

Bob Pop nunca se ha escondido y afirma que no se ha encontrado con LGTBIfobia dentro del mundo de la televisión “salvo en muy contadas ocasiones y de gente muy esperable”. Tampoco me lo he encontrado en otros sectores, también trabajé en la burbuja puntocom y como abiertamente gay y no sentí ningún rechazo”, agrega.

“He sentido más hostilidad como persona discapacitada, más dificultad en la vida, que como gay. Para mí es mucho más difícil ir por Madrid en silla de ruedas que como maricón”, sentencia el escritor, antes de comparar el cruzar algunas calles del barrio de Salamanca con “hacer trekking”.

El escritor, que figura en alguna lista de gays influyentes, agradece a quien le incluya, pero siente cierta pereza por esos recopilatorios. Sí entiende su utilidad porque dan visibilidad: “Es como cuando hablamos del Orgullo masivo, que puede salir en el telediario y puede haber un chaval, chavala, chique, que lo vea desde un pueblo y sienta que hay un lugar donde tiene cabida”.

En cuanto a sus propios referentes, “siendo muy pedorro”, cita a los que salen en su libro: “Wilde, Trapote, Lorca, Gloria Fuertes...”. Para él son autores que, “sin entender muy bien quién eran en ese momento, yo sabía que me estaban hablando en un código que entendía perfectamente”. “Han sido literarios en su mayor parte, porque en tele apenas había. Y todo el cine de Almodóvar me ha ayudado mucho a buscarme y a entender que no había una forma única de vivir como persona LGTBI”.

Por eso, un libro que para él fue mágico y que recomendaría a esos jóvenes que puedan estar pasándolo mal por su orientación es Otras voces, otros ámbitos, de Truman Capote: “Explica muy bien qué es un niño raro y qué es encontrar un aliado”.

 https://www.huffingtonpost.es/entry/bob-pop-mansos-maricon-perdido_es_60d316b1e4b00bad2be1e1ac?utm_campaign=share_twitter&ncid=engmodushpmg00000004

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