Reclama el derecho a la sexualidad para sí y para todos los ciudadanos con diversidad funcional.
-Me encontré que tenía 33 años, una carrera, un trabajo fijo, un pisito agradable. Gastaba buena parte del sueldo en asistencia para lo más íntimo y mi madre de 70 años asumía lo doméstico. La gente te aplaude porque haces cosas que no esperaban. Pero, claro, es agotador. Todo es a base de superación. O eres héroe o paria. Y eso es invivible. En el 2004 contacté con el Movimiento de Vida Independiente, que nació en EEUU en los años 60 y sostiene que no se trata de hacer las cosas sin ayuda, sino de tener el control de la ayuda.
-Eche un poco de luz.
-Nadie aceptaría que el ayuntamiento le dijera quién le acompaña al lavabo, pero con nosotros todo vale. Debíamos de poder decidir cosas tan básicas como quién toca nuestro cuerpo. En el 2006 conseguimos la ley de dependencia y pusimos sobre la mesa la figura del asistente personal. ¿Lo teníamos todo?
-¿No?
-Había que hacer algo más allá de los recursos materiales. Trabajar para cambiar la mirada sobre la realidad de la diversidad funcional. Se considera que somos naturalmente dependientes y como lo somos, nos infantilizan. ¿Cómo romper eso? Pues ya que a los niños se les niega la sexualidad, mostrémonos como seres deseantes y deseables.
-Un tabú mayúsculo, ¿no?
-En el imaginario general solo folla la gente blanca, joven, productiva y que puede seguir los parámetros que marca el porno. Y nosotros cuestionamos ese sistema que dice que no tenemos derecho a ser como somos, a ser inútiles. En otras épocas nos eliminaban, ahora se nos tolera siempre que estemos agradecidos y no molestemos. Es necesario que dejen de pensar que la dependencia es natural y empiecen a pensar que es política.
-Porque desean, claro.
-Claro. En el 2013 nos encontramos a gente que hacía política alrededor del cuerpo como el transfeminismo,
el queer, el activismo gordo… El postporno resultó ser un instrumento fantástico y, con el fin de hacer visibles a las personas con diversidad funcional como seres sexuales, rodé junto a Raúl de la Morena el documental Yes, we fuck!
-Una simpleza. En la diversidad funcional, ¿de qué sexualidad hablamos?
-El deseo y la necesidad de vínculo con los otros son los mismos. Lo diferente es cómo vivimos ese deseo. Desde el momento en el que el cuerpo no funciona ni a nivel sensitivo ni motriz, es fácil que sexualices todo el cuerpo y el entorno, o que se te ocurran prácticas que tienen más en cuenta la parte psicológica, como el BDSM. Yo tengo 43 años y una vida sexual placentera.
-Representa a una minoría.
-Ocurre en todos los colectivos que han estado oprimidos. Los negros y las mujeres también tuvieron interiorizada la inferioridad. Cuando alguno cuestionaba era un loco o una histérica. Nosotros cuestionamos ahora y te dicen que no aceptamos lo nuestro o que somos egoístas. Esto llevará su tiempo.
-Una primera medida de urgencia.
-La sexualidad no debe estar al final del camino, sino al principio. Porque te coloca en un terreno de vida, no de supervivencia. Tener una vida propia supone que el vínculo con los otros debe estar basado en la libertad, la sexualidad y el placer. Acceder al propio cuerpo es un derecho fundamental, y para eso es necesaria la figura del asistente sexual. No hablo de una prostitución especial para gente especial, sino de soporte humano que facilite el acceso al propio cuerpo y la vinculación con otros cuerpos.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/antonio-centeno-tambien-nosotros-somos-seres-deseantes-deseables-4330082
No hay comentarios:
Publicar un comentario